Alteraciones climáticas : consecuencias del sistema capitalista

Francia recibirá en Le Bourget, cerca de Paris, del 30 de noviembre al 11 de diciembre de 2015, la COP 21 – 21 Conferencia de las partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre los cambios climáticos. Los objetivos de esta conferencia son de llegar a un nuevo acuerdo internacional sobre el clima, aplicable a todos los países, para reducir las emisiones de gas a efecto invernadero de 40 a 70% de ahora hasta 2050 y para que la temperatura media mundial no crezca mas de 2°C.
Es una puesta primordial cuando nuestra sociedad se enfrenta cada vez mas a alteraciones climáticas como nunca antes, con consecuencias desastrosas al nivel político, social, económico, alimentario, sanitario, migratorio. No hay duda hoy que estas modificaciones del clima que vivimos desde algunos anos tienen origen humano, producto de la inconsecuencia de las grandes potencias financieras y económicas que ven solo a corto plazo según sus intereses y sus ganancias inmediatas : combustión industrial de energías fósiles como el carbón, el petróleo, el gas, crecimiento de las industrias, de los transportes, del hábitat utilizando masivamente estas energías, desarrollo de la agricultura intensiva, desforestación, acumulación de desechos, polución generalizada, etc.
Las emisiones de gas a efecto invernadero ligadas a actividades humanas acentúan un fenómeno natural y provocan el recalentamiento de gran amplitud que esta poniendo en peligro las condiciones de vida en todo el planeta : el recalentamiento de la tierra, el deshielo, la subida del nivel de los océanos. Todo eso tiene consecuencias consideradas ya como irreversible por muchos científicos, como el aumento de las lluvias en el continente americano, en el norte de Europa y de Asia, como los fenómenos de inundaciones difícilmente previsibles, las zonas de sequias cada vez mas extensas en África austral, en el Sahel o en Asia del Sur.
El impacto se hace sentir en Europa ya con los fenómenos de canícula, de tormenta, de brutales inundaciones, que tienen efectos importantes sobre la salud de las poblaciones, el abastecimiento de agua, que afectan la biodiversidad y los ecosistemas. Según las Naciones Unidas 300.000 personas mueren cada ano de las consecuencias de estas alteraciones climáticas en el mundo.
Es imperativo de hacer todo para cortar esta evolución. Pero no hay ninguna seguridad que esta Conferencia internacional podrá lograr la toma de decisiones necesarias. Basta ver las pocas avanzadas concretas después de la firma del protocolo de Kyoto en 1997, ratificado por 191 países, que imponía a los países industrializados una reducción global mínima de 5% de sus emisiones de gas a efecto invernadero al horizonte 2012. Hay que notar que un país como Estados Unidos, que produce una cuarta parte de las emisiones mundiales, nunca ratifico este protocolo. Este porcentaje de reducción es obsoleto hoy. El GIEC (Grupo intergubernamental de expertos en la evolución del clima) plantea la necesidad de una reducción mundial de 25% a 40% para 2020 – en relación a 1990 – y de 80% à 95% para 2050.
Aun si existen planes de lucha contra las alteraciones climáticas en varios países, incluso al nivel de la Unión Europea en la cual cada país se empeña para reducir sus emisiones, para alcanzar estos objetivos es necesario ir mucho mas lejos de lo que se ha hecho hasta ahora. Para impedir eficazmente la evolución de las alteraciones climáticas hay que transformar radicalmente los modos de producción, de consumo, de transporte, y desarrollar las alternativas que responden a las necesidades de las poblaciones ahí donde viven.
Pero hasta ahora las negociaciones internacionales sobre el clima no han tomado esa vía, porque esto significa cuestionar los objetivos del crecimiento económico y los intereses de las grandes multinacionales encabezadas por la alta finanza, la industrial automóvil, el sector de la energía, de la agro-industria, de la gran distribución, del armamento. En este contexto la movilización ciudadana en el mundo entero tiene un peso decisivo para presionar los gobiernos, las multinacionales, los mercados financieros, para imponer una nueva visión de la sociedad, respetuosa del ser humano, de su medio ambiente, de la naturaleza.
Hace anos que numerosas organizaciones llevan acciones ciudadanas para resistir a los efectos catastróficos de un sistema que vive solo para la acumulación del capital y de las ganancias en detrimento del ser humano y del medio ambiente. Ellas tratan al nivel local de encontrar soluciones colectivas para modificar el modo y las practicas diarias de vida en todos los sectores de la sociedad : energías renovables, eco-construcción, alojamientos colectivos, huertos colectivos y circuitos cortos de distribución (entre productor y consumidor), agricultura biológica, reciclado de los desechos, educación a la ecología.
Todas estas iniciativas construyen ya respuestas alternativas posibles que son la base de otra sociedad, mas justa, mas solidaria, mas soportable, mas humana, en harmonía con la naturaleza. Pero no pueden ser suficientes para modificar profundamente la situación actual.
El régimen capitalista es incapaz de responder al conjunto de las necesidades de las poblaciones. Es el que engendro la crisis que vivimos hoy. Hay que resolver esa crisis desde ahora, unificando las luchas de los movimientos políticos y sociales que quieren cambiar los fundamentos de esta sociedad : «Cambiar el sistema y no el clima !»

30.9.2015