La pandemia y el fracaso de la Unión Europea capitalista

La reciente reunión de la Comisión Europea, que ha trazado el plan financiero con el cual los distintos países, enfrentarán la crisis generada  por la pandemia del Covid-19 ha desnudado toda la fragilidad de la estructura política continental. Los actuales dirigentes no han tenido ni el interés ni la audacia para proponer nuevos recorridos. No responden mínimamente a las necesidades de la población que sale de este duro periodo pagando un alto precio. Son decenas de miles el número de muertos, millones los puestos de trabajos perdidos y con pueblos enteros del Mediterráneo, de África y Asia, que han quedado sin nada y golpean desesperados a las puertas de la “opulenta” Europa.

La pandemia ha sido un duro golpe para los pueblos europeos, sobre todo para los más pobres. Las muertes, enfermos, las grandes dificultades que se han presentado, si en alguna medida pudieron ser contenidas ha sido por la gran reacción de los trabajadores de la salud y la atención y solidaridad que el mundo del trabajo, las masas, han desplegado generosamente. Desde las huelgas para imponer clausuras de empresas que, aún no siendo esenciales, pretendían continuar trabajando arriesgando la salud de trabajadores o la reconversión inmediata de muchas que pasaron a fabricar en modo seguro mascarillas, respiradores. Han sido importantes las iniciativas que se realizaron en los barrios populares de las grandes ciudades, donde decenas de miles de personas han distribuido alimentos, medicinas a los más pobres, a los que se han quedado sin trabajo. Ha sido un despliegue solidario que va a tener continuidad en las luchas para salir del estado actual.

Médicos y personal sanitario han pagado duramente las consecuencias de más de treinta años de destrucción del sistema sanitario público en los principales paises, en beneficio de las grandes aseguradoras, multinacionales farmacéuticas y clínicas privadas. Es dinero que ha sido sustraído a hospitales públicos, a las campañas de prevención, a la medicina de proximidad, a la atención a los ancianos, para dárselo a la industria privada. La salud pública se interesa para que la población esté sana, la medicina privada necesita y vive de la enfermedad.

La mortalidad en las residencias de ancianos es una muestra de esa desidia y criminalidad. Los contagios se produjeron por el abandono, la falta de medios y el desinterés de las empresas responsables de estos centros. Las declaraciones y vídeos de los trabajadores dejan patente las condiciones infrahumanas, la falta de higiene, la mala alimentación y trato a que eran sometidos los residentes. Esto ha sido consecuencia de las privatizaciones y de la mercantilización de la sanidad.

Es necesario denunciar a los responsables y que paguen con la cárcel estos delitos. Fue la falta de medios en la atención a los pacientes en los geriátricos lo que permitió que el virus covid se extendiera rápidamente. En los primeros meses una gran parte de la mortalidad provenía de este sector de la sociedad.

Esta pandemia fue calificada “la pandemia de los pobres” porque donde hubo mayor cantidad de contagios ha sido en los barrios populares de todas las grandes ciudades. Ha sido determinante los condicionantes sociales: la vivienda, la precariedad en el trabajo, la desocupación y la alimentación.

El capitalismo desnuda toda su incapacidad para unificar esta región, por el contrario apenas contiene sus diferencias. Los une sólo la necesidad de superar la catástrofe económica y social, al mismo tiempo que tratan de sostener a los países más pobres de la Unión para que no queden sujetos a la presión de la lucha de las masas. Aún representando una gran fuerza económica, no han sido capaces de transformar el Banco Central Europeo en una Banca Central verdadera, que como la Reserva Federal de Estados Unidos o la Banca de Inglaterra intervenga inyectando dinero para reactivar la economía, que construya un sólido sistema de bienestar europeo con un sistema sanitario público y universal que garantice una vida digna a las masas.

Es una etapa crítica de las clases dirigentes, de tensiones y rupturas. El dinero que han puesto en manos de cada país es visiblemente insuficiente, las previsiones eran de una caída del PIB mayor del 10-12% que ya ha sido superado en el primer semestre del año con España de 18% o Italia de 15%. El monto acordado es el 3-5% del PIB de algunos países. La mayor parte de esa “ayuda” irá a parar en manos de las empresas, aunque en apariencia sean “financiaciones de estado” como en Bélgica con el rescate de Brussels Air Line por 350 millones de euros, que en realidad es una filial de la Lufthansa que despide a centenares de trabajadores. ¡Ese es el respeto a las “cláusulas sociales”.

Sin las llamadas “cláusulas democráticas”, recibirán ayuda también Hungría y Polonia que no respetan el estado de derecho pero que son los más receptivos a las directivas de Estados Unidos y la OTAN. Cierran sus fronteras, persiguen y reprimen la protesta social y política, impiden la libertad de acción de los partidos comunistas y socialistas, encarcelan dirigentes sindicales y políticos. Los  derechos tampoco son respetados por los demás países, Macron ha producido cantidad de víctimas en su represión al movimiento de los “chalecos amarillos” primero y al movimiento sindical y popular contra la reforma de las pensiones. Todos los gobiernos tratan de impedir la protesta social así como la entrada de los inmigrantes a quienes reprimen duramente.

Los países del Este, hoy la primera linea de la OTAN en el enfrentamiento con Rusia, representan en realidad el fracaso de la política capitalista. Se trataba de ex Estados obreros, fuertemente condicionados por el estalinismo, pero que el capitalismo ha sido incapaz de darles la dignidad anunciada durante la caída del muro. Están subordinados a las grandes empresas de los países europeos, sobre todo Alemania, y a los objetivos militares de Estados Unidos. Representan viejas capas burocráticas estalinistas que contribuyeron al desmantelamiento de la economía estatal de sus países y que hoy viven de la explotación de su condición subalterna a las multinacionales y la OTAN.

Lo más evidente es la ex República Democrática Alemana, se adquirieron sus mejores capacidades pagadas con bajos salarios y el resto de la sociedad no ha sido integrada plenamente y vive en condiciones inferiores. Hungría, Polonia y los demás son sedes de localización de empresas europeas que pueden hacer uso de mano de obra a bajo precio fuera del mínimo control sindical y que pagan impuestos irrisorios. Las direcciones políticas de esos países han regalado sus territorios para transformarlos en escenarios de guerra contra Rusia, como también lo han hecho Italia, Grecia, España y demás. El capitalismo europeo no ha crecido después de 1989, ha continuado concentrándose y, de esa manera, todo el territorio del Este no ha sido incorporado a un proceso de desarrollo, de crecimiento de las fuerzas productivas y del mercado, de la cultura y de la ciencia. La caída de los estados obreros ha representado, en realidad, un retroceso para los pueblos de esos países y del resto de Europa. El capitalismo exacerba su concurrencia interior, Alemania con Francia, con Gran Bretaña y Estados Unidos.

Los Fondos de Reconstrucción salen del Balance General de la Unión Europea, que no sólo ha visto aumentar la cuota pagada por cada país sino que la parte de la transferencia a “fondo perdido” en realidad es inferior al aporte que cada uno hará a partir de 2021. El resto de la financiación es con préstamos, con tasas reducidas pero son siempre créditos que aumentarán las deudas de los países. En realidad, al igual que durante la crisis del 2008- 2009, se trata de un rescate encubierto a los grandes bancos privados.

El BCE da el dinero a los bancos a un interés del 0%, y estos lo giran a los distintos estados al 2-5%, depende de la credibilidad de los países; Italia, Grecia y España están sometidos al pago de intereses más altos. Están obligados a destinarlos a la compra de bienes y servicios, a pagar deudas; mientras que gran parte de lo destinado a investigación y desarrollo la adquieren las grandes multinacionales y empresas de los principales países. Para sostener la reconstrucción Alemania y Francia invierten el 14% del PIB, mientras que España e Italia sólo entre el 3 y el 5%, eso determinará ritmos diferentes, se delinea una Europa dominada por la gran burguesía y las finanzas alemana y francesa.

Finlandia, Bélgica, Holanda y Austria van a dirigir el Plan de Restructuración Europeo, manteniendo sus paraísos fiscales y entregando aún más la sanidad pública a las aseguradoras privadas y a los fondos de inversión. Eso forma parte de una exigencia de “reformas” a los países que reciban la ayuda, tendrán que profundizar las reformas laborales y los recortes jubilatorios. Todas estas medidas que se van a aplicar y que serán controladas por la UE impedirán el desarrollo de las economías, aumentarán las desigualdades, privatizarán completamente los servicios públicos y ahondará la pobreza de los sectores populares. Si no se cumplen los planes propuestos, cualquier país de la Unión Europea podrá bloquear las ayudas.

SE HA LLEGADO A UN ACUERDO TRANSITORIO

Serán esas las “condiciones”: reducción total de derechos laborales, recortes de los gastos del Estado, eliminar aún mas las reglas que “impedirían” obrar libremente a la propiedad privada. Pretenden amordazar al movimiento obrero al mismo tiempo que se da plena libertad a las multinacionales y a las empresas, a las que tienen que brindar toda la ayuda posible, aún llegando a nacionalizar a las empresas en crisis. Con esta negociación han caído todos los tabúes sostenidos durante la pasada austeridad,  no había dinero para ninguna inversión, ahora hay, no se podía superar una deuda de más del 30 % del PIB ahora en cambio se supera todo límite, no estaba permitido la “ayuda de Estado” ahora los países pueden nacionalizar.

Algunos casos de intervención estatal son permitidos ya que se trata, por un lado,  de eliminar algunas deudas acumuladas por las empresas por stocks que no se han vendido, además por la necesidad de hacer frente a inversiones que no serán todas rentables, como el de extender la red de comunicación digital en Italia o España en territorios donde no hay grandes ciudades y máxima utilización. Son inversiones que hace el estado adquiriendo parte importante de grandes sociedades, como las que administran los principales servicios, pero que la conducción y las ganancias son privadas, que especulan con las acciones que se cotizan Bolsa.

Este pasaje crítico de la burguesía europea, en un continente que de todas maneras ha vivido toda una fase histórica bajo la influencia y predominio de la Unión Sovietica y demás estados obreros, la debilita frente a la protesta social que aumentará en septiembre. Las masas tienen la ocasión de pedir cuentas de esas inversiones ya que después, pagará toda la sociedad. Por eso, la importancia de generalizar formas de cogestión, como los metalúrgicos alemanes o de control obrero. Utilizar el estado y la participación obrera para orientar la reconversión industrial. El movimiento obrero debe imponer sus condiciones, controlar su uso, lo que se produce tiene que contener un profundo carácter social. Garantizar plena ocupación respetando todos los derechos adquiridos.

El monto que han decidido repartirse es insuficiente no llega al 30-40% de lo que en realidad necesitarán. Tendrán que aumentarlos y, de esa manera, se entraría en el temido “mecanismo de la estabilidad” con condiciones más apremiantes aún. De todas maneras, los sectores dominantes nacionales han sido obligados a pensar en modo común. En realidad todos salvaron un mercado que, de otro modo, hubiera profundizado la crisis capitalista. Aunque ha aumentado, aún más, en la Unión Europea el dominio de Alemania y Francia, se han incorporado fuerzas “antieuropeas” como los húngaros y los “5 Estrellas” de Italia. Los Países Bajos han salvado sus paraísos fiscales, asi como España, Italia, Portugal y Grecia dicen haber conseguido dinero barato. Todos dicen haber sacado ventajas de los demás, algunos que fue “una victoria de la Europa unida” y otros que “han gastado poco”.

Es una intervención de emergencia que no cambia la naturaleza del capitalismo europeo, de sus sectores predominantes como el financiero, la gran industria electrónica y militar, las automotrices, la aeronáutica, industria farmacéutica y química, de energia y servicios. En medio de un proceso de concentración, de concurrencia exacerbada que impondrá cambios en la relación de fuerzas internas. Con esta solución ganan tiempo, a la vez que tratan de contener los efectos de la crisis sobre los sectores más débiles.

reparto alimentos covid

También pueden ganar tiempo las masas y aprovechar de las luchas intestinas de la clase dirigente, de la concurrencia con China, Rusia, los países BRICS y los yanquis. En Europa no solo está la historia pasada de la Unión Soviética y de los grandes partidos comunistas y sindicatos, está también la izquierda que influye sobre los gobiernos de España y Portugal, la experiencia pasada de Syrisa o Corbyn, las grandes luchas en Francia que impidieron la reforma de las jubilaciones y el ascenso vertiginoso de los 5 Estrellas en Italia, que traicionaron en el gobierno las aspiraciones que las masas le habían confiado. Los pueblos europeos lucharán con todas sus fuerzas por el reparto de este dinero.

LAS MASAS DEBEN DEFENDER LOS DERECHOS Y CONQUISTAS

Hay que defender los derechos y conquistas,  ningún desalojo a quien no puede pagar el alquiler y ningún despedido por crisis de las empresas. Salario universal garantizado por el Estado que asegure una vida digna a todos los trabajadores, nadie debe quedar sin una renta. Al sistema capitalista le interesa reducir el número de trabajadores, era ya el proceso previo a la pandemia, eso se va a profundizar ahora.

Entre las reformas propuestas están las “transformaciones digitales”, la “banda ancha”, “5G”, la “inteligencia digital”, todas ellas precursoras de menos mano de obra o formas reducidas e individuales de organizar la producción o una parte de la producción. Eso comportaría una clase media o pequeña burguesía más reducida, más seleccionada, que compartiría la escena de la producción con una masa de trabajadores que opera con medios tecnológicos en grandes centros y otra menos formada en el gran comercio, la logística y los servicios. El capitalismo no puede, ni le interesa, garantizar la plena ocupación. El movimiento obrero y sindical debe reclamar la intervención del estado para garantizar la plena ocupación, llamando a invertir en viviendas, la seguridad de la vida en territorios sometidos a terremotos, inundaciones, protección de los ambientes naturales e históricos, invertir en cultura, formación, educación.

Un plan común inmediato debe también remediar, de algún modo, el inmenso golpe que han sufrido los ancianos durante esta pandemia, cesar ya en todo el territorio europeo las reformas tendientes a aumentar la edad jubilatoria. Jubilación universal a 60 años de los trabajadores que realizan labores peligrosas, más allá de esa edad solo por elección voluntaria y con probadas condiciones de buena salud. Jubilación que mantenga el 80% del salario de los activos y que se ajuste en base a los aumentos del coste de la vida.

Sostener y promover los comités de familiares, con la participación de trabajadores sanitarios y sindicatos, para lanzar causas legales que investiguen y castiguen a los responsables de la matanza, sobre todo de ancianos. Investigar los intereses privados dentro de las estructuras sanitarias y las residencias de ancianos.

El Estado debe hacerse cargo de las empresas en crisis y facilitar la participación de los trabajadores en la planificación de la producción y en el control de la misma. Reducción generalizada del horario semanal con distribución del trabajo existente, incorporando a los inmigrantes a la vez que se proyecten planes de producción con los países de África y Asia que superen las relaciones coloniales e imperiales que impiden su desarrollo e imponen el éxodo de población hacia Europa. La Unión Europea no será nunca una entidad democrática mientras perduren las relaciones coloniales y de dominio militar, hay que poner fin a las misiones de la OTAN en África, Asia y América Latina.

Una fiscalidad única que tase seriamente las grandes riquezas, sus patrimonios y depósitos financieros. Expropiación sin pago de los paraísos fiscales. Los límites de la actual Europa “unida” saltan a la vista con el reciente pronunciamiento de la Corte Suprema que ha dado lugar al recurso de Apple. La multinacional con sede europea en Holanda, como tantas otras, se aprovecha del paraíso fiscal de los Países Bajos, a pesar de que la Comisión Europea había intimado a pagar mayores impuestos.

Es la política de las grandes  empresas sean europeas, inglesas o americanas que crean centros de “coordinación” como en Bélgica u otro país donde paguen menos impuestos o salarios más bajos. Esa decisión de la Corte, que quita recursos a la tesorería común, fue celebrada en cambio por Holanda. Optimo espíritu comunitario, como el que hubo cuando Alemania y Francia acaparaban para sí las mascarillas, aún aquellas que habían sido comprometidas con Italia o Portugal; o empresas que variaban los precios establecidos antes de la aparición del virus o vendían a Estados Unidos en lugar de a sus legítimos compradores.

UNA EUROPA QUE COMBATA EL CALENTAMIENTO GLOBAL Y PROMUEVA EL DESARME

Las burguesias presionan para abrir toda la economía porque ellos basan sus ganancias en la concurrencia y su predominio en el mercado. Deben llegar antes que los concurrentes. Los trabajadores no pueden ni depender del mercado ni esperar que su patrón conquiste una posición dominante, deben superar todos juntos las dificultades derivadas de la pandemia que se entrelazan con la crisis capitalista anterior y con el proceso de la incorporación de la inteligencia artificial en la producción. Hay que garantizar trabajo y salario digno para todos, hay que controlar las empresas rescatadas por los estados, eliminando despilfarros y clientelas. Reconversión de las grandes empresas en base a la protección del medioambiente. Utilización de las energías renovables y eliminación del mercado del Bióxido de Carbonio, reducción drástica de su producción. Una reducción importante se conseguiría con el bloqueo de la cementificación de las ciudades y con una radical reforma del comercio que evite los recorridos de grandes distancias de la producción con una distribución local de mercaderías de consumo. Replanificar ciudades y regiones, con la participación de la gente.

En la Europa que queremos está sin duda la transformación pacifica y pacifista de todos sus países, la renuncia a los viejos roles coloniales e imperialistas. Reconversión ya de la industria militar, desarticulación inmediata de la OTAN. Alrededor del 20% del total obtenido por los países en el reciente plan europeo, que es insuficiente, será destinado a satisfacer las condiciones impuestas por Estados Unidos a los participantes de la organización criminal militar. No se pueden sostener esos gastos, no se puede comercializar armas con países agresores, como Arabia Saudí que utiliza armas europeas para masacrar pueblos como el yemení, o Egipto y su dictadura dominante. Los yanquis han impuesto las maniobras Defender 2020 aún en medio de una situación desastrosa como consecuencia del covid-19. Hay que imponer la inmediata reducción de los presupuestos militares y firmar el tratado de No proliferación de armas nucleares, terminar con la criminalización de Rusia, de China, de Cuba y Venezuela.

Los partidos comunistas, socialistas, laboristas, los movimientos que han surgido de sus continuas crisis como Podemos, Syriza, una parte del movimiento 5 Estrellas, France Insumise y otros deben obrar junto a los sindicatos para disputar a las burguesías la distribución de recursos, para imponer el plan industrial y social que saque a Europa de esta crisis, agravada por el Covid-19, sin consecuencias para las masas. De esa manera avanzar hacia una Europa socialista, es la única posibilidad para poder utilizar los recursos económicos y sociales, los recursos científicos y culturales, que tiene este continente.