LA DERROTA DE TRUMP, EL PROGRESO DE LA IZQUIERDA NORTEAMERICANA Y LAS MOVILIZACIONES CONTRA LA REPRESIÓN

 

La salida de escena de Trump representa un gran golpe a la estructura imperialista, la política de guerra en el mundo y a la influencia de las grandes multinacionales productivas y financieras. No se producirán grandes cambios en lo inmediato pero estas elecciones no pasarán sin consecuencias en la estructura de poder de los Estados Unidos fundamentalmente en América Latina y Medio Oriente y en la relación de fuerzas con Rusia y China.

Con Trump se produjo un grado de polarización muy grande en el interior de Estados Unidos, que se expresó en el aumento de participación en las elecciones y en el resultado en el cual Trump obtiene 72 millones de votos, más que en 2016. Pero el voto demócrata, que lo supera por más de 5 millones, es una verdadera avalancha popular. Una movilización social de ese tipo ha sido posible gracias a la oposición de izquierda en el Partido Demócrata influida por el proceso mundial.

El sistema electoral norteamericano está diseñado (como en casi todos los sistemas electorales en los países capitalistas) para impedir la plena expresión de la clase obrera y las masas. Los colegios electorales están organizados de manera tal que las zonas populares queden siempre en minoría respecto a los demás sectores sociales. También se aplica el sistema mayoritario por el cual el partido que tiene mayoría simple se queda con todos los electores. Por último, hay que registrarse para votar y el voto se hace en un día laborable, por lo que muchos deben renunciar a participar, aunque esta vez fue facilitado a través del voto por correo, que fue determinante.

Es así que votar es resultado de una importante voluntad de decidir y eso ha sido posible gracias al gran activismo de la vanguardia, de una izquierda en el Partido Demócrata constituida por comunistas, socialistas, ecologistas, pacifistas, grupos sindicales de base que son los que en las anteriores elecciones dieron fuerza al movimiento de Bernie Sanders llegando a la par con Hilary Clinton en 2016. Un ejemplo de esto es la Unión de Trabajadores Culinarios que en Las Vegas hicieron propaganda puerta a puerta contra Trump y apoyando a Biden.

Otro aspecto importante que revela el peso de la izquierda, es la movilización popular que se extendió por todo el país a pesar de la pandemia. La izquierda ha sido la estructura central de las grandes movilizaciones de los últimos años contra las multinacionales y la especulación financiera (“Ocupy wall street”), contra el racismo y la represión policial (“black lives matter”), por los derechos civiles y por la erradicación de la homofobia, como también en defensa de la tímida reforma sanitaria de Obama. La izquierda la ha convertido en una campaña nacional por una “sanidad para todos”.

Recomponer el pleno dominio de la derecha sobre la vida del partido Demócrata no será tarea simple. Mientras se contaban todavía los votos en muchos estados y Trump amenazaba con juicios contra el “fraude”, en el partido de Biden había discrepancias. La derecha intentaba neutralizar a la izquierda y quedarse con las manos libres para tener el control de la situación. Harían algunas concesiones como “sanidad para todos” o “multilateralismo”, para volver a la política tradicional Lo que muestra que no hay mucho margen para conceder a la izquierda.

 

EL FRACASO DE LA POLITICA NEGACIONISTA Y LA CRISIS DEL IMPERIALISMO

La situación mundial y la pandemia han alterado los planes de Estados Unidos. Las consecuencias de la política negacionista ante la pandemia y la decisión de anteponer la economía a la salud han significado un atentado a la vida de las masas.

Hay 40 millones de norteamericanos que tienen una asistencia sanitaria de beneficencia y hay varios millones que ni siquiera cuentan con estos mínimos. Son los sectores más pobres que han sido golpeados por la enfermedad y en ciudades como Nueva York o Chicago la mayoría de los muertos se cuentan entre la población negra y latina. Ni los más de 12 millones de contagiados y los 300.000  muertos han hecho cambiar a Trump de política mostrando el desprecio por la inmigración y las masas negras, una constante en su gobierno.

El asesinato de George Floyd, a manos de la policía, es uno más de las decenas de víctimas de una fuerza represiva fascista que goza de total impunidad. La respuesta ante este crimen fue masiva en 50 Estados con grandes movilizaciones que incorporaron a sectores del movimiento obrero y la pequeña burguesía y consiguieron el apoyo de parte del cuerpo policial que rodilla en tierra repudió este crimen.

Este hecho provocó discrepancias con el Pentágono que se opuso a sacar el ejército a la calle y el gobierno tuvo que desplegar la Guardia Nacional para reprimir las manifestaciones. Esta agudización del enfrentamiento influyó en la detención y juicio de los policías involucrados.

El resultado de esta crisis se resume en hambre, desocupación, participación y violencia. Todos los objetivos que tenía el gobierno de Trump no se pudieron cumplir. La ocupación plena que había prometido fracasó con la pandemia que provocó la pérdida de 40 millones de empleos. Mantener en funcionamiento la economía le permitió recuperar una pequeña parte pero a costa del sufrimiento de los sectores más pobres.

La posibilidad de conseguir el autoabastecimiento de petróleo a través del fracking no resultó competitivo por el descenso del precio del barril lo que dejó a muchas empresas en crisis. Esto le dificulta al imperialismo los planes de guerra ya que tiene que depender de los países árabes y de México.

En política exterior, a pesar del covid19, Estados Unidos aumentó la presión y las sanciones sobre Irán, Cuba y Venezuela. En Medio Oriente ha tenido que retroceder y retirar tropas después de la derrota en Siria pero no ha disminuido su apoyo militar a Israel y a Arabia Saudí (a pesar de su fracaso en la guerra de Yemen).

El asesinato de Kasem Soleimani, general de los Guardianes de la Revolución de Irán y Abu Mahdi, responsable de la milicia iraquí pro Hezbollah, así como ahora el atentado al científico responsable del plan nuclear iraní, han tenido como objetivo romper el frente que se estaba organizando entre Siria, Líbano, Irak y Yemen del cual Irán es el eje fundamental.

El bloqueo a Venezuela no pudo hacer retroceder al gobierno de Maduro que mantuvo sus posiciones antimperialistas y enfrentó con firmeza, apoyado en la unión cívico-militar, los intentos de desestabilización. Los cinco petroleros iraníes que llegaron a los puertos de Venezuela con combustible e insumos para hacer funcionar las destilerías de petróleo, fue un acto de audacia que reflejó los apoyos mundiales que ha conseguido la revolución bolivariana. El acuerdo militar con Rusia, China e Irán traslada a América Latina el enfrentamiento en Oriente Medio.

 

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LAS ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS: UN ACONTECIMIENTO HISTÓRICO

La participación  de más del 70 % en estas elecciones mostró la madurez y el interés del pueblo norteamericano de pesar en la política de la próxima etapa. La derrota de Trump fue determinada por la movilización de un sector muy importante de la sociedad. Los movimientos sociales de mujeres, organizaciones sindicales, activistas, la izquierda del Partido Demócrata, fueron decisivos en el triunfo de Biden.

Trump ganó en el interior pero perdió en las grandes ciudades. En Nueva York jugaron un papel fundamental las candidatas de izquierda con Alexandra Ocasio Cortez a la cabeza alineadas con la política de Bernie Sanders. Llevaron la campaña por “sanidad para todos” y desarmar la policía lo que provocó enfrentamientos con la dirección demócrata.

Misssisipi, Pensilvania, Nevada y Georgia fueron determinantes para inclinar la balanza del lado de Biden que, en la elección de Obama, no sacaron buenos resultados. En estos estados la participación de la población negra fue decisiva.

A pesar de la importante polarización la gente salió a votar contra lo que significa Trump: su política sanitaria, las leyes contra los inmigrantes, su posición sobre el cambio climático y su injerencia en América Latina.

El imperialismo ha fracasado en todos sus objetivos y ha estimulado fuerzas antimperialistas que se han expresado en el triunfo del MAS en Bolivia y en la derrota definitiva de la Constitución pinochetista en Chile.

Hay una maduración muy grande de las masas norteamericanas que están recibiendo la influencia del mundo y que se han movilizado contra una política fascista y racista.

Biden, relacionado con la industria militar, no lo tendrá fácil pues se va a encontrar con un pueblo que ha tomado las calles y no las dejará y que está exigiendo más democracia y participación. Por eso el nuevo gobierno tiene que, rápidamente, plantear que anulará todos los decretos-leyes de Trump, acepta volver al acuerdo de París contra el Cambio Climático y propone un plan sanitario para enfrentar la pandemia.

La reciente elección presidencial libera múltiples energías que van a repercutir sobre la estructura verticalista del Partido Demócrata y en la gestión corporativa de los sindicatos. A la creciente oposición interna hay que agregar los reveses sufridos por la politica de guerra, en todo el mundo, hecha de muchos alardes y con escasos resultados.

En Europa, continúa adelante el plan de renovación del arsenal militar y nuclear pero llevado con la máxima discreción; F-35, nuevas bases para la “guerra a distancia”, sustitución de las bombas nucleares, etc. Son fortunas inmensas sustraídas a la sanidad y a la lucha contra el Covid que se despilfarran a espaldas de las masas. Es la guerra clandestina que conducen Estados Unidos y la OTAN, que han mantenido las maniobras “Defender 2020” de este verano en el norte europeo, cuando arreciaba la pandemia.

La ruptura del acuerdo de los misiles de media distancia, decidida unilateralmente por Trump sin ninguna prueba válida contra Rusia, empuja a un rearme costosísimo. Estados Unidos tuvo que cambiar los planes de su política exterior y anunciar un retiro parcial de las tropas. No sólo los marines quedan en Medio Oriente sino que tienen que mantener también tropas en Siria e Irak. Mientras que, en Irán, tienen que limitarse a las sanciones. En la mayoría de estos países ha pasado a ser decisiva Rusia.

China ha replanteado rápidamente su estructura productiva, que ha vuelto a crecer gracias a una campaña exitosa de contención de la  pandemia (cierres puntuales, aislamiento inmediato de los focos de contagio, tests masivos). La gran disciplina social y la capacidad de centralización pública, que, sin eliminar las grandes empresas privadas no les ha permitido ninguna ventaja concurrencial, han hecho llegar a tiempo las inversiones que abastecieron de materiales, crearon nuevas estructuras, asumieron nuevos médicos y enfermeros. Eso posibilitó los grandes éxitos. El foco que se generó en Quingao fue circunscripto en pocos días, con 9 millones de pruebas a la población que permitió descubrir doce contagiados. Chinos, rusos y cubanos trabajan coordinadamente en la creación de la vacuna que estará disponible, como dijo Putin, para toda la humanidad. En el campo capitalista están en manos de las grandes multinacionales.

La derrota de Estados Unidos y sus aliados en la guerra de Siria – donde Rusia ha cumplido un papel fundamental -, la función cada vez más relevante de Irán especialmente en la guerra de Yemen, el ascenso de las luchas en América Latina que han culminado con el triunfo del MAS en Bolivia y la derrota de la Constitución pinochetista en Chile muestran un panorama derrotista para la nueva administración Biden. Además, China, el país más importante que le disputa el mercado mundial, es el único de las grandes economías que, una vez dominada la pandemia, tendrá este año un crecimiento positivo.

A todo esto se suma las movilizaciones en Estados Unidos exigiendo más derechos y democracia a lo cual el nuevo gobierno va a tener que responder haciendo concesiones. Este es el escenario y la relación de fuerzas que ha dejado el último gobierno del imperialismo.

Hay que tener en cuenta ese proceso a nivel internacional para organizar un Frente Mundial en el que confluyan todas las fuerzas de progreso: Estdos Obreros, Estados Revolucionarios, gobiernos progresistas,  Partidos de izquierda, sindicatos y movimientos sociales para impulsar un programa de transformaciones sociales que de salida a esta crisis final del sistema capitalista.