Las masas de Crimea – y también las de Donetsk, Járkov, Lugansk, Slaviansk y otras ciudades del sur y este de Ucrania – se movilizan en rechazo al golpe pro-imperialista y fascista de febrero de 2014 en Kiev. Al declarar Repúblicas Populares algunas regiones del país y manifestarse junto a las estatuas de Lenin, demuestran su voluntad de volver a estructuras de la Unión Soviética, buscan la fuerza material, que no pueden tener solos, para no dejarse dominar por la OTAN y la Unión Europea.
Los trabajadores y trabajadoras de toda Ucrania han rechazado enérgicamente al gobierno de derecha de Kiev. Se oponen al saqueo de la Central Sindical en Odessa, a las provocaciones y matanzas, a los pogromos anticomunistas, anti-rusos y anti-judíos. Rechazan la inaceptable represión de la lengua rusa y de otras minorías de Ucrania.
En las minas, las empresas, las construcciones navales y aeronavales, en los puertos y las bases militares ucranianas en Crimea, como en Sebastopol, los obreros, los comunistas, los militares y sus familias votaron masivamente en el referéndum para su integración a Rusia y Rusia los aceptó. No fue Putin quien organizó este referéndum y ningún soldado ruso lo impuso. El pueblo de Crimea decidió reintegrarse a Rusia, pensando en la Unión Soviética. Crimea era una República autónoma dentro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Por la política burocrática de Kruschev fue cedida a Ucrania, siempre dentro de la Unión Soviética. Y, al ser parte de la URSS el pueblo de Crimea, junto con las masas de Ucrania, participó en la victoria contra la invasión de la Alemania nazi y sus aliados locales. Es por eso que, hoy, nadie en Crimea dejó caer ninguna base militar en manos de los golpistas neo-fascistas de Kiev.
No es cierto que fue el ejército ruso el que decidió el levantamiento de las masas de Crimea en contra al golpe en Kiev. No fue el ejército ruso ni Putin tampoco, que les hizo levantarse y organizarse a toda velocidad. Su referéndum organizado en pocos días involucró al 82% de la población de Crimea que votó por su integración a Rusia.
Esta incorporación desencadena un proceso de levantamientos “pro-rusos” en todo el este de Ucrania. Los lugares de Ucrania mas ligados al proletariado y a las tradiciones bolcheviques quieren ser parte de Rusia porque sienten que viene un enfrentamiento, civilización contra fascismo, comunismo contra capitalismo. Por eso, defienden las estatuas de Lenin mientras que los fascistas de Kiev las tiran abajo.
El capitalismo habla de sanciones económicas y políticas contra Rusia, pero la OTAN refuerza su presencia en Lituania y Polonia y los yanquis mandan barcos de guerra con misiles al Mar Negro; admiten así que se preparan militarmente contra Rusia. Desde el punto de vista estratégico, esto es un fracaso para el capitalismo mundial.
Son fuerzas mundiales que se imponen en Ucrania y en la propia dirección de Putin. Con sus aliados, fundamentalmente Rusia y China, Siria ha cortado la cadena de los bombardeos imperialistas. El pueblo sirio, por ejemplo, tuvo la tenacidad social de resistir y basarse en las fuerzas mundiales, fundamentalmente en el apoyo ruso y en elementos del Estado Revolucionario todavía vivos dentro del país. Eso impulsó a las masas de Estados Unidos y de Gran Bretaña, por ejemplo, a manifestarse para impedir el bombardeo imperialista a Siria. Pero, el factor más decisivo fue la firmeza de Rusia y China, y la firmeza de Putin mismo. Todas estas fuerzas mundiales hacen retroceder al imperialismo mundial.
Las masas de Crimea decidieron incorporarse a Rusia e impulsan a otras partes de Ucrania a seguir el mismo camino para enfrentar en forma unificada los planes militares de imperialismo. Tal es la respuesta al golpe de Estado en Kiev. El capitalismo no reaccionó todavía con la guerra porque siente el rechazo de los pueblos; mientras que, dentro de Rusia, las fuerzas sociales y políticas – y en particular el ejército – quieren volver a la URSS, a la solidaridad y centralización de las ex repúblicas soviéticas.
En el mundo globalizado de hoy, no hay lugar para una Ucrania socialista independiente. La lucha para el socialismo en cualquier parte del mundo forma parte del enfrentamiento global entre el capitalismo – en su crisis final – y las fuerzas que buscan recuperar la experiencia del Estado obrero, como en Ucrania y Rusia. En este proceso, Rusia recibe impulsos que no había previsto. Para combatir la barbarie tienen que contar con la movilización de los pueblos. La integración de Crimea en Rusia forma parte de esta nueva etapa.
La IVInternacional Posadista saluda la decisión de las masas de Crimea de unirse a Rusia y la de ésta también a aceptarlas y permitir a la clase obrera desde Sloviansk hasta Mariupol en Ucrania expresar, unánimemente, su voluntad anti-nazi y antiimperialista y construir Repúblicas Populares y Federaciones contra la OTAN.
Este cambio de relaciones de fuerzas mundiales es un apoyo inmenso a la continuación de la Revolución Bolivariana y a la construcción socialista en América Latina. Por eso, la dirección de Maduro en Venezuela declara su firme voluntad de basarse en la clase obrera “para que nunca más vuelva la burguesía”. La resistencia de los gobiernos del UNASUR y de MERCOSUR (Brasil y Argentina incluidos) junto al pueblo y al gobierno de Venezuela han derrotado el golpe de estado apoyado por los yanquis. La reunión de la OEA votó mayoritariamente contra sanciones económicas y políticas que quería imponer Estados Unidos contra el gobierno venezolano.
El acuerdo de Ginebra donde participaron la Unión Europea, EEUU, Ucrania y Rusia sobre el conflicto abierto con Crimen, encuentra resistencias importantes en las ciudades sublevadas. Este intento de negociación por parte de Rusia muestra que no hay homogeneidad en el gobierno pero, a pesar de ello, el ejército continúa en la frontera con Ucrania. En esta situación Putin no descarta enviar tropas para defender a los rusos del este como hizo en Crimea para apoyar a las fuerzas de autodefensa y plantea que la reunión en Ginebra de ninguna manera legitima al gobierno de Kiev.
La operación militar lanzada por el gobierno ucraniano contra los sublevados del este ha sido un fracaso, ¡el ejército se ha negado a disparar contra la población! Esto desautoriza al gobierno de ultraderecha y confirma la debilidad de las fuerzas armadas donde sectores importantes se han pasado a los sublevados.
El anuncio de la OTAN de desplegar sus tropas por tierra, mar y aire en el este de Europa, especialmente en Polonia y Rumania y los países bálticos es porque no confía en este gobierno de Ucrania y además porque ve la importancia de este levantamiento y los efectos e influencias que puede tener en los otros ex Estados obreros.
Pero, la influencia no viene solamente de Ucrania, sino también de Rusia, de Siria, de Oriente Próximo, de América Latina cuyas movilizaciones y luchas son la base del funcionamiento de un frente objetivo antiimperialista.
Abril 2014