Elecciones municipales y autonómicas en España: un terremoto político y social

Estas elecciones significaron un triunfo inmenso del movimiento obrero y de las masas en España. Fueron la conclusión de toda una etapa de luchas, de intervención del proletariado y de los movimientos sociales que rechazaron las políticas de austeridad y ajustes impuestas por la Unión Europea y aplicadas por el gobierno del Partido Popular. Ninguna organización, ningún sector de la sociedad, dejó de movilizarse para rechazar las consecuencias de una crisis provocada por la banca y las altas finanzas. Esta marea ciudadana fue desgastando la base de apoyo del Partido Popular y preparando el salto político que iban a significar esta consulta electoral.

El proceso electoral se dio en medio de constantes movilizaciones y luchas que pesaron dentro de la campaña: el triunfo de los trabajadores de Coca Cola en Madrid que, después de un año de huelga indefinida, acampando en la puerta de la fábrica, impusieron su reapertura y la reincorporación de todos los despedidos.

La huelga indefinida de las contratas y subcontratas de Telefónica (MoviStar), que trabajaban en condiciones casi de esclavitud, tuvo una gran repercusión y recibió el apoyo y la solidaridad de las candidaturas y los partidos de izquierda dentro de la campaña electoral. Fueron invitados a todos los actos públicos a intervenir y jugaron un papel decisivo. La lucha de los telefónicos votó en estas elecciones y derrotó los intentos de los grandes sindicatos (Comisiones Obreras y UGT) y la patronal de romper el Frente de los trabajadores con los sindicatos combativos y la población. La huelga terminó con la ocupación de uno de los edificios de Telefónica en Barcelona que duró una semana y a donde fueron delegaciones de movimientos sociales y de los partidos de izquierda a apoyar. Ada Colau, candidata al ayuntamiento de Barcelona, después de ganar las elecciones los visitó en una emotiva asamblea y se comprometió a mediar en este conflicto y, en el caso de ser elegida alcaldesa, a no tener relación con empresas que no respeten los derechos y las reivindicaciones sindicales. A partir de esta situación la empresa aceptó negociar, aunque los resultados finales no se correspondieron con la magnitud de la lucha.

Las grandes capitales: Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza decidieron esta elección volcando la balanza hacia las coaliciones de la izquierda. Allí se expresó el rechazo de la gente a los recortes del Partido Popular que castigaron fundamentalmente a la clase obrera y a los sectores más desfavorecidos aumentando la pobreza y el retroceso en las condiciones de vida.

El PP no sólo perdió las cuatro capitales más importantes si que también Santiago de Compostela, La Coruña, Cádiz, Ferrol, Sevilla y muchas ciudades más reflejaron el avance de las organizaciones de izquierda y el apoyo de la población a una nueva forma de hacer política que pasa por democratizar las instituciones y ponerlas al servicio de la gente.

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Encuentro de las alcaldesas de Barcelona y Madrid, Ada Colau y Manuela Carmena

Estas elecciones fueron el triunfo de una nueva forma de hacer política eliminando la corrupción, atendiendo a las necesidades básicas y un golpe muy grande a la política de la derecha que perdió un 30% de los votos.
Podemos se presentó con listas propias a las elecciones regionales, en las que obtuvo entre el 8% y el 20% y en coalición con movimientos sociales y otras fuerzas de izquierda en las capitales más importantes y en otras ciudades. El retroceso programático en relación a las elecciones europeas determinó que los votos que recibió estuvieran por debajo de las expectativas.

A pesar de eso tiene un papel muy importante en la constitución de los gobiernos de Aragón y Valencia. En la Comunidad de Madrid, en la que la derecha perdió la mayoría, pudo formar gobierno gracias al voto de Ciudadanos, un partido que se considera la marca blanca del PP pero sin el lastre de la corrupción.

El triunfo inesperado de “Ahora Madrid”, liderado por una exjueza que perteneció al Partido Comunista, ha sido un golpe muy importante a las aspiraciones de un sector de ultraderecha del Partido Popular. Manuela Carmena, elegida alcaldesa, presentó un programa de choque ante la crisis en el que va a dedicar 79 millones de euros del presupuesto de la ciudad para 104 mil personas en exclusión social. Ampliará las becas de comedor en los centros educativos para familias en situación extrema y dará comida a todos los niños que lo necesiten en el período de vacaciones.

Considera el acceso a la energía y al agua como bienes de primera necesidad y defiende la sanidad universal especialmente para los inmigrantes indocumentados, que habían quedado excluídos. Propone crear una oficina de intermediación hipotecaria para evitar los desahucios y aumentar el parque público de viviendas. Propondrá a los bancos la reestructuración de la deuda municipal y la disminución de los tipos de interés.

El fenómeno de Ada Colau, al frente de “Barcelona en Común” merece un análisis especial. Ella proviene del movimiento okupa, de lucha por la vivienda y fue la impulsora de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) que frenó gran cantidad de desalojos y que se extendió en forma organizada por toda España.

Ella ya era una dirigente de los movimientos sociales cuando decidió dar el salto a la política y se creó una formación conjuntamente con Podemos, Izquierda Unida, sindicatos de base y otras organizaciones de izquierda.

Recorrió todos los barrios de Barcelona, especialmente los más populares, haciendo encuentros, asambleas con la gente, con una gran participación de mujeres y jóvenes. Eran mítines de una gran conmoción por el optimismo y la esperanza que despertaba.

Hasta último momento Convergencia i Unió, partido nacionalista que gobernaba en el ayuntamiento de Barcelona, estaba segura de la victoria pero el voto decisivo de los barrios obreros impulsó a Barcelona en Común. La asunción de Ada Colau y otros alcaldes fueron verdaderas fiestas populares, con concentraciones en las plazas más importantes donde se celebraban las ceremonias de toma de posesión.

Las medidas más importantes anunciadas para llevar adelante en Barcelona son: el derecho a la vivienda; un modelo turístico sostenible que no perjudique a los habitantes de la ciudad; la lucha contra el desempleo y contra la pobreza, impulsar cooperativas; la educación infantil pública universal de 0 a 3 años; nuevas tarifas para el transporte, gratuitas para menores de 16 años y descuentos para desocupados y rentas bajas.

La derecha que, a pesar del descenso electoral ha sido la fuerza más votada, trata de utilizar este argumento para suavizar el golpe que le han dado las masas haciéndole perder la mayoría absoluta en las regiones más importantes y en las grandes ciudades. El Partido Popular, en su conjunto, bajó 2.500.000 de votos, lo que significa que, estas elecciones han sido una derrota muy importante para la burguesía.

El Partido Socialista perdió 700.000 votos, hizo la elección con menos apoyo desde que se instauró la democracia pero, a pesar de estos resultados, recuperó algunas comunidades y grandes ciudades haciendo acuerdos con las fuerzas de izquierda, especialmente con Podemos. El debate que se ha abierto antes y durante el proceso electoral ha estimulado a un sector del Partido Socialista que se distancia de la política del aparato y busca acuerdos con sectores de la izquierda y movimientos sociales.

Izquierda Unida ha sufrido el peor varapalo electoral de su historia lo que la ha dejado fuera de las instituciones en la mayoría de las regiones. Mantiene, sin embargo, los mismos concejales y ha ganado más ayuntamientos en pueblos pequeños La dirección ha sido incapaz de hacer un balance y sacar conclusiones de que un sector, sobre todo de Madrid, estuvo comprometido con la corrupción.

Es importante destacar la fragmentación del voto de la izquierda que obligó a hacer “ingeniería electoral” para poder gobernar, sobre todo en las grandes ciudades. Estas elecciones han sido una preparación para las generales de noviembre y la conclusión, a pesar del triunfo de la izquierda, es que no hay un programa de transformaciones sociales, de nacionalizaciones, de reestructuración de la deuda en torno al cual es necesario desarrollar un centro político que lleve adelante estos objetivos y lidere el proceso de cambios.