Por primera vez una cumbre de la OTAN se reúne tan cerca de las fronteras de Rusia. Se convierte eso en un símbolo de la concentración de los medios militares, financieros y políticos de la Alianza Atlántica para incrementar la confrontación con Rusia. En pocos años, Rusia pasó a ser considerada como el principal adversario, sino enemigo de los 28 países miembros de la OTAN. En esta Cumbre, todos los gobiernos participantes junto a los «invitados», van a confirmar y acelerar los pasos hacia una guerra declarada; siempre en nombre de la necesidad de «defenderse» y de «garantizar la seguridad de los pueblos». Están concentrando los preparativos militares más agresivos, como la construcción del escudo antimisiles (desde los países bálticos hasta Rumanía y el Mar Negro), la reafirmación de la estrategia nuclear de la OTAN, incluyendo «el derecho de golpear primero», modernización y reorganización de los ejércitos para adaptarse a los «criterios de la Alianza»; grandes despliegues y ejercicios militares masivos, terrestres, aéreos, navales, en los países fronterizos con Rusia; integración a estos planes de Georgia y Ucrania que no son miembros (el presidente Porochenko será parte de los «invitados» a la Cumbre de Varsovia); integración próxima de un nuevo miembro: Montenegro, a pesar de la oposición masiva de su población. Polonia se ofrece como el mejor servidor de la OTAN. Los actuales dirigentes políticos se glorifican de recibir la Cumbre en el mismo lugar donde se firmó el Pacto de Varsovia (1) y de ver despliegue de los militares de la OTAN en su territorio en lugar de las tropas del Pacto de Varsovia de la época de la URSS. También se enorgullecen de tener tantos soldados polacos entre los batallones permanentes que la OTAN está instalando en los países del este europeo. Pero, no se trata solamente de Polonia. En casi todos los países del Este europeo que fueron parte de la Unión Soviética o sea del Pacto de Varsovia, suben al gobierno los partidos más derechistas, anticomunistas, liberales o católicos pro-capitalistas. En vez de sostener una mínima «neutralidad», se venden a la OTAN. En realidad, la Alianza Atlántica no es un paraguas protector, es el instrumento militar de defensa de los intereses de los grandes capitalistas tanto de Estados Unidos como europeos, sean de la UE o no. Desde 1990, con la caída del «muro de Berlín», la absorción de la República Democrática Alemana por Alemania capitalista, la disolución del Pacto de Varsovia, el desmantelamiento de la Unión Soviética, el campo occidental, a través de la OTAN, ha buscado recuperar todos estos países, incluso Rusia. Lo han logrado en parte, alentando las transformaciones de sus economías al mercado capitalista y sus viejas burocracias corruptas y parasitarias de los Estados obreros en candidatas a formar una clase burguesa. Pero, solamente han logrado comprar a unos «oligarcas» dispuestos a vender a los grandes capitalistas europeos y norteamericanos los sectores de la economía que la gran burocracia soviética había conseguido privatizar en la época de Eltsin . Era la época también en que la OTAN ofrecía un partenariato a Rusia para terminar absorbiéndola en la gran alianza mundial por la «lucha contra el terrorismo». Lo que los medios y los políticos llaman «la vuelta a la guerra fría» es el hecho de que los restos del sistema socialista, de los países socialistas de Europa del este, de la Unión Soviética, son todavía muy importantes. El capitalismo no puede cambiar su naturaleza, no puede superar la propiedad privada, la carrera a la ganancia y las ambiciones de poder, la concurrencia, los enfrentamientos económicos, sociales, políticos y militares, se han convertido en antagonistas con todo progreso social colectivo. Además, no puede permitirse la llegada de concurrentes nuevos como estos oligarcas rusos o de los ex – países socialistas de Europa, eso sin hablar de los nuevos emergentes como China, Brics. Y, menos aun, las rebeliones de las masas que no han cesado. Del partenariato al enfrentamiento armado. La OTAN presenta como un acto de legítima defensa frente a una agresión rusa, su propia participación en el golpe de estado en Ucrania que ha conducido a la instalación del actual gobierno y la presidencia de Porochenko. Los políticos atlantistas de Europa presionan para que Ucrania adhiera completamente a la Alianza. Los medios europeos ocultan sistemáaticamente la intervención determinante de la OTAN en la guerra civil en Ucrania, y presentan, en cambio, como una «anexión de Crimea por Rusia», la masiva voluntad popular de reintegrarse a Rusia. Presentan la rebelión de las masas en la región del Donbas y su declaración de instauración de la República popular del Donbas, como una pura manipulación del gobierno ruso. Aun con divergencias, todos los dirigentes de la Alianza terminan sometiéndose a los nuevos criterios, que son claramente de preparativos de guerra contra Rusia. Las relaciones entre la Union Europea y la Otan El Brexit no va a debilitar los objetivos de la Alianza: los medios militares muy importantes de Gran Bretaña quedan a disposición de la OTAN, en particular el sistema TRIDENT. Las ilusiones de algunos sectores menos reaccionarios, socialistas o democratacristianos o ciertas tendencias liberales, de alcanzar una política de seguridad y militar autónoma de la Unión Europea se diluyen rápidamente. Era el sueño de estos sectores, de construir un «pilar europeo» dentro de la OTAN. El último ensayo de «Una Estrategia Global» de seguridad y defensa presentado justo antes de la cumbre OTAN por Mogherini, jefa de la diplomacia de la Unión Europea, confirma el alejamiento de toda autonomía europea y, al contrario, convergencias más importantes con la Alianza. Aun diciendo que hay que negociar y conciliar con Rusia, ningún gobierno europeo perteneciendo o no a la Alianza Atlántica desarrolla una política autónoma en relación a Rusia. Ninguno, por ejemplo, decidió levantar por su cuenta las sanciones económicas contra Rusia. Basta enumerar los gobiernos europeos que ya se comprometen a mandar soldados a los batallones que se van a instalar en los países bálticos y en Polonia: Alemania, Canadá, Reino Unido, Estados Unidos, Países Bajos, Bélgica, Francia, Dinamarca, Italia, Noruega, Turquía, España. La OTAN reafirma su ambición de gendarme del mundo. Muchos de los jefes de estado o sus representantes invitados a la cumbre de la Alianza, no solamente no son miembros, ni candidatos, ni provienen de países europeos: vienen de Afganistán, Jordania, todos países que participan en las coaliciones de lucha contra el terrorismo y Daech en particular. Israel no se queda atrás, como tampoco los Emiratos y Arabia Saudí que acaban de instalar sus representantes permanentes y oficinas en la sede de Bruselas de la OTAN. 9