La retirada del ejército de coalición EEUU-OTAN de Afganistán es un fracaso del imperialismo. La invasión en 2001 con el pretexto de la guerra contra el terrorismo ha sido una debacle total. Estados Unidos no ha tenido el interés ni la capacidad de desarrollar una base social en la zona y se ha debilitado militarmente porque ya no puede decidir en tantos frentes. La salida fue precipitada dejando abandonado material bélico y sanitario.
El balance de esta guerra ha sido negativo para el gobierno de Estados Unidos que invirtió millones de dólares, con muchas bajas en el ejército, dejó atrás ciudades arrasadas, muertes de civiles, miseria y hambre entre la población y ninguna estructura para el desarrollo de la economía y la sociedad. La única actividad ha sido el cultivo del opio al cual se dedicaron los señores de la guerra y los talibanes que lo exportaban a través de las fronteras, sobre todo de Turquía y Pakistán, o lo intercambiaban por armas con el ejército norteamericano que lo comerciaban a través de sus bases y las de la OTAN.
Medio Oriente ha sido un agujero negro para la hacienda de Estados Unidos ya que ha gastado en las guerras de la región más de 6 billones de euros con resultados negativos. La derrota en Siria, el fracaso de Arabia Saudi en la guerra de Yemen, la pérdida de control de Irak, la constante tensión entre Palestina e Israel unido a la salida de Afganistán ha hecho perder al imperialismo iniciativa y autoridad social y política.
En estas guerras han jugado un papel importante los mercenarios, combatientes contratados por grandes empresas que reemplazaban al ejército norteamericano en las funciones más sucias (represión, asesinato, tortura). Representaban unas fuerzas paramilitares entrenadas y bien armadas. Son estos contratistas y los fabricantes de armas con que se han enriquecido con esta guerra
En cambio, el ejército afgano, sin ningún tipo de preparación y motivación y una gran parte analfabeta, sólo se ha sostenido apoyado por las tropas de la coalición. Frente al avance de los talibanes se desintegró rápidamente. No se puede pretender que este ejército defienda a un gobierno que fue impuesto por Estados Unidos, cuya cualidad más importante fue la corrupción y que huyó rápidamente ante el avance de los talibanes.
A pesar de la retirada, Estados Unidos y la OTAN van a alimentar acciones terroristas como la que se ha producido en el aeropuerto de Kabul y reactivarán nuevamente a Al Qaeda y a ISIS porque necesita mantener un clima de tensión y de terror para evitar la influencia en la zona de Irán, China y Rusia.
De la etapa socialista al regreso de los talibanes
Es muy importante diferenciar lo que es una invasión a una intervención. La invasión norteamericana ha arrasado Afganistán y ha impedido su desarrollo mientras que, en 1979, la intervención de la Unión Soviética apoyó al gobierno de Kabul que dirigido por los comunistas impulsaron un programa de transformaciones sociales en el país.
En 1978 una revolución popular liderada por el Partido Democrático Popular de Afganistán da por tierra con una monarquía agonizante, sostenida por ingleses y norteamericanos. Cae Mohammad Dust, primo del rey Zahir Shah. Los grandes periódicos norteamericanos revelan la sorpresa del poder y el carácter popular de la revolución, con centenares de miles de afganos que ganan las calles en apoyo al nuevo gobierno.
Los sucesivos presidentes Taraki, Amin, Karmal y Najibulá aplicaron y desarrollaron una serie de medidas que favorecieron la participación y el desarrollo social, político y económico del país.
Eliminaron la usura, que favoreció a los campesinos, impulsaron una campaña de alfabetización, aplicaron na profunda reforma agraria.
Separaron el Estado de la religión, eliminaron el cultivo del opio, legalizaron los sindicatos y aprobaron una ley de salario mínimo.
Promovieron la igualdad de derechos para las mujeres, integrándolas al trabajo y a la universidad. Nunca hubo tantas mujeres universitarias y profesionales como en esta etapa del gobierno popular.
Se disminuyó la tasa de mortalidad infantil, accediendo gran parte de la población de las ciudades a los servicios de atención sanitaria. Se aumentó el número de médicos y la esperanza de vida pasó de 33 a 42 años.
Con estas medidas disminuyó el analfabetismo femenino y las compañeras se incorporaron no solo a la actividad económica sino a la defensa del proceso revolucionario. Fue creada la RAWA, organización que hoy persiste en su lucha en defensa de las reivindicaciones de las mujeres.
El imperialismo alimentó la oposición de los llamados muyaidines dotándoles de armamento y medios. EEUU no podía permitir que una experiencia con un programa socialista se afirmara y extendiera en Afganistán influyendo a los países de la región.
La intervención soviética fue para impulsar y apoyar un proceso de transformación socialista en el país. En ningún momento hubo la intención de anexar o dominar sino respaldar el programa de transformaciones sociales y el desarrollo cultural y social de Afganistán. La retirada del ejército soviético no se debió a una derrota militar sino a la coyuntura mundial y a la crisis en la dirección del Estado Obrero. La presión mundial, el alejamiento y la crítica de los principales Partidos comunistas fue importante pero lo que decidió fue la pérdida de confianza de un sector de la dirección de la Unión Soviética en la importancia de la experiencia afgana, en el Estado Obrero y en la lucha por el socialismo. La crisis de la URSS, la retirada del ejército soviético precipitó el fin de esta etapa de desarrollo de Afganistán. Pero aún, en estas condiciones, el gobierno popular se mantuvo tres años más. Su caída en 1992 hizo retroceder todas las conquistas alcanzadas.
El gobierno talibán es una minoría en el país
Esta situación en Afganistán refleja una crisis aguda del imperialismo y sus aliados en esta aventura militar. Se repliegan para preparar otras intervenciones y la guerra, pero lo hacen cada vez en peores condiciones y muy debilitados ya que se encuentran aislados y perdiendo puntos de apoyo y sostén. Sus referentes en la región ahora son Israel, la derrotada Arabia Saudita en la guerra de Yemen, Turquía, Qatar y una OTAN con divergencias en su seno. Una insuficiente estructura para esta agudización del enfrentamiento mundial. El objetivo de convertir el país afgano en un enclave para sostener su política de provocación constante en la región.
Por otra parte, crece una oposición a la prepotencia de los talibanes en el país, La resistencia de Massud en el este y las movilizaciones de mujeres en algunas ciudades indica que los estudiantes coránicos no son mayoría y que dominan gracias al poder derivado del acuerdo de Doha.
Son importantes los acuerdos a los que están llegando los talibanes con China, Rusia e Irán. La guerra ha afectado a gran parte de la población que vive en la pobreza. Su principal medio de vida es la agricultura de subsistencia, ya que cultivan trigo, maíz, cebada arroz, hortalizas, frutos secos, tabaco y algodón. La invasión de EEUU en 2001 provocó que muchos campesinos se volcaran al cultivo de la amapola (opio) para obtener más beneficios.
Afganistán es un país muy rico en minerales, entre ellos cromo, zinc, cobre, berilio, oro, plata, litio y tierras raras además de petróleo y gas. No necesita del opio para desarrollar su economía y los convenios, especialmente con China, van en ese sentido: explotar sus riquezas. Pero, esto debe ir acompañado con la exigencia de mantener los derechos alcanzados por las mujeres y el conjunto de la población y un programa de desarrollo que contemple las necesidades básicas de la población: carreteras, servicios públicos, hospitales escuelas, vivienda, para mejorar las condiciones de vida de los afganos, profundizar sus derechos democráticos y sacar al país del atraso y la pobreza en que lo ha sumido esta guerra imperialista.