Centenario de la Revolucion Rusa

 

4 de noviembre de 2017

 

Saludamos con todas nuestras fuerzas al pueblo soviético por la proeza realizada en noviembre del 1917 y la construcción del Estado obrero, por la heroica defensa del mismo durante la invasión nazi y por sostener, hasta cuando fue posible, la función de la Unión Soviética en el mundo. Hasta su transitoria desintegración, al final del siglo pasado, la patria de los soviets victoriosa en Stalingrado ha reforzado el poder de la clase obrera mundial. Las masas de los grandes países capitalistas han conquistado derechos impensables hasta ese momento, han impulsado la construcción de grandes partidos comunistas, de grandes centrales sindicales. Los movimientos de liberación y las revoluciones coloniales adquirieron características antimperialistas y socialistas, nuevos Estados obreros se expandieron por el mundo.

Tal seguridad, tal voluntad revolucionaria histórica del pueblo soviético fue posible por la experiencia de noviembre del 17, por esos “diez días que conmovieron el mundo”, que lo han marcado para siempre. El elemento central de la revolución fue el Partido y su disciplina científica. La crisis capitalista de entonces, precipitada por el intento de establecer con la guerra un nuevo reparto del mercado entre las grandes potencias, era común en los grandes paises desarrollados; como también era común la desesperación y el hambre creciente entre las filas de soldados, obreros y campesinos de todo el mundo. Lo que estableció la diferencia fue el Partido Bolchevique, de Lenin y de Trotski, fue eso lo que determinó el éxito de la revolución.

El partido fue construído con la caracteristicas de un instrumento científico apto para aplicar con determinación los principios del marxismo. A difirencia de la etapa de cuando vivía Marx, sus principios y su método podían ser sometidos a la prueba de la historia en condiciones favorables. No en sentido oportunista sino que, dentro de las condiciones de debilidad del poder zarista y capitalista mundial, los bolcheviques supieron acelerar tiempos y situaciones por medio de propuestas programáticas y políticas. Consiguieron coordinar, por una parte, a los soldados y marineros que rechazaban la matanza a la que los conducían, con los campesinos que morían de hambre junto a los obreros de las ciudades industriales, gracias a un programa y a una propaganda simple y eficaz: Paz, Pan y Tierra.

¡Soviets, Partido y programa anticapitalista! Eso fue determinante. Los bolcheviques, con resolución, realizan una revolución triunfante al mismo tiempo que establecen una ruptura con el movimiento socialista de esa época. ¿Ninguna concesión al poder burgués! De una consideración a la burguesia que rompía con el poder feudal y el zarismo: “asamblea constituyente”, al “todo el poder a los soviets”.  La vieja socialdemocracia alentaba la posibilidad de convencer a la burguesía para que cambiara, para terminar con la explotación.

Es por eso que, en este aniversario, expresamos todo nuestro recuerdo, todo nuestro homenaje y saludo al Partido Bolchevique, a Lenin, a Trotski, a los soviets y al Ejército Rojo. Porque el triunfo de la revolución es posible con la participación decisiva de las masas en los soviets y garantizado el ejército de la clase obrera. Otra creación cientifica fue la Internacional Comunista.  Los bolcheviques, concientes de las dificultades que debían enfrentar, debidas al atraso del pais y al cerco imperialista, construyen la casa común de los comunistas y los revolucionarios del mundo con el objetivo de extender el Estado obrero en el mundo y estimular la creación de partidos comunistas en todos los paises.

Los siete primeros años de la revolución rusa han representado la aplicación democrática más avanzada de toda la historia humana, donde la creatividad del pueblo soviético y de la dirección bolchevique han hecho frente a las dificultades en el camino de la revolución. No sólo las dificultades derivadas del atraso económico y social de Rusia sino aquellas propias de la transformación al socialismo: la clase obrera tenia que demostrarse capaz de dirigir un estado, de triunfar en la guerra civil, al mismo tiempo que garantizar al menos un plato nutritivo al dia en la mesa de un pueblo cansado y sufrido.

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Esos siete años fueron decisivos, aún frente al retroceso posterior que significó el estalinismo. El aislamiento imperialista al que fue sometida la URSS, junto al fracaso de otras revoluciones en Europa, han posibilitado el ascenso de capas burocraticas y conciliadoras que amparadas en Stalin, alcanzaron el poder y eliminaron a toda la vieja guardia bolchevique protagonista de la revolución de octubre. La burocracia adopta una politica temerosa, conciliadora con el capitalismo en el mundo y encerrada en el propio país respecto al movimiento comunista y revolucionaria mundial. Las potencias imperiales piensan poder aprovechar del debilitamiento de la Unión Soviética y, con el nazismo, la someten a una difícil prueba histórica.

Las masas soviéticas, a pesar de la política conciliadora de la burocracia de Stalin, consiguen invertir una situación que parecía destinada a la derrota del Estado obrero. En Stalingrado, durante la batalla decisiva, se concentra lo mejor de la clase obrera, de los viejos bolcheviques, de los viejos oficiales del Ejército Rojo; todos ellos resisten, primero, y derrotan, después, el ejército alemán. Las pérdidas son inmensas pero el pueblo ruso y del conjunto de las nacionalidades que forman la URSS, consiguen restituir y confirmar el rol protagónico de la Unión Soviética en el mundo. Se reduce el poder capitalista mundial a favor de las masas, de los partidos comunistas y socialistas, de la clase obrera y sus sindicatos.

El desmantelamiento parcial de la URSS, aún con todas sus consecuencias en su interior y en el mundo, no ha conseguido romper esa conexión conciente del pueblo soviético con su revolución. Como en  Stalingrado, lo mejor de sus fuerzas entre los comunistas, los trabajadores, sus fuerzas armadas e intelectuales, cierran sus filas para recuperar la función revolucionaria del país de Lenin y Trotski.

El sistema capitalista creyó, con este desmantelamiento, haber destruído la Unión Soviética. Para ellos, era «la fin de la Historia». Estimuló grupos burocráticos a asaltar y depredar las riquezas de la URSS, a apropiarse de las estructuras económicas del Estado.  Las masas fueron despojadas completamente de sus derechos. Las condiciones de vida y de trabajo retrocedieron enormemente y el futuro de los trabajadores y las próximas generaciones seriamente comprometido. Pero el capitalismo no fue capaz de incorporar a Rusia al pleno funcionamiento capitalista.

A la resistencia popular y de una parte importante de las fuerzas armadas, siguió una lucha y selección dentro la burocracia dirigente: aislando y eliminando los sectores más rapaces. Estos sectores estaban entregando al capitalismo los principales recursos económicos de Rusia.

Con Putin y su grupo se llega al punto de comprender que, como en los tiempos de la URSS, su existencia y su futuro están ligados a una politica antimperialista. En pocos años  Rusia recupera un rol central en el mundo, al lado de los países que sufren ataques imperialistas o que son marginados dentro del mercado mundial, promueve nuevas relaciones y acuerdos de cooperación. Su alianza con China, con los países que, en Medio Oriente, resisten a la agresión del terrorismo sostenido por los saudíes y los países de la OTAN, con Cuba y Venezuela, está determinando relaciones de fuerzas avanzadas y en favor del proceso revolucionario. Son acuerdos económicos, políticos y militares, al mismo tiempo que se reconstruye una capacidad militar para hacer frente a las embatidas de la OTAN. Es así, tanto Obama como  Trump han impuesto al propio pueblo, como al de los principales países europeos, a un ingente gasto en el campo militar.

La reciente visita de Putin a Irán y su encuentro con Khamenei es una señal que se lanza al mundo de la decisión de enfrentar al imperialismo con todas las consecuencias que eso significa. Se rompe el acuerdo nuclear de Obama-Rohani e Irán independiza su política energética con el apoyo ruso y los Pasdarán usan eficazmente los misiles adquiridos, golpeando duramente las bases del Daesh en Siria.

Rusia está obligada de llevar una politica antimperialista

Rusia está obligada a obrar como un estado revolucionario. Aún habiendo recuperado el estado una parte importante de la economia, las relaciones preponderantemente son capitalistas y éstas, a su vez, han provocado un aumento importante de las desigualdades en la distribución de la renta. Pero, aún así, el rol que tiene que cumplir adquiere un caracter antimperialista. La politica internacional rusa no tiende a estimular la concurrencia y la dinámica del comercio y el intercambio privado si no a centralizar el país en la lucha contra la prepotencia imperialista. Eso requiere de un rol mayor del estado en la economia y la sociedad lo que, a su vez, estimula a sectores de la población, de trabajadores, cientificos y militares a adquirir un peso importante en la sociedad.

Son previsibles luchas y cambios internos que, en la campo del conflicto social e internacional, se decidirán a favor de las masas del mundo y de la lucha antimperialista. Son las formas de representación de la revolución permanente en esta etapa.

Las masas del mundo sienten y comprenden estas diferencias entre Rusia y Estados Unidos. No son los magnates rusos los legítimos representantes de la Rusia actual. Lo son, en cambio, por un lado su pueblo y sus fuerzas armadas orgullosos y dispuestos a retomar su pasado revolucionario y, por otro, su política mundial solidaria y antimperialista. Por eso, hasta dirigentes como Putin se unieron a la manifestación de celebración de la victoria de Stalingrado y del Regimento Inmortal. Es por esta situación que no se debe situar en el mismo plano  a las armas rusas con las de los imperialistas; como en  los tiempos de la Unión Soviética y la “guerra fria”: las armas rusas defienden el progreso, las de los yanquis significan destrucción, saqueo, dominio.

En la perspectiva de comprender cómo se acomodan las fuerzas ante el ajuste mundial de cuentas en el mundo entre capitalismo y socialismo, es muy importante la iniciativa del PC ruso de acompañar las celebraciones por los 100 años de la gran revolución de Octubre con una reunión internacional de los partidos comunistas y revolucionarios del mundo. Son pasos hacia la coordinación de campañas mundiales, a la extensión de la comprensión conciente de que los destinos de cada pais están estrechamente  ligados a las perspectivas de la lucha mundial antimperialista. Es la “V Internacional” promovida por Chávez.

No hay ninguna perspectiva para las salidas “nacionales” o “independientistas”. Todos los estados que se “independizaron” de la URSS o de  Yugoslavia tienen en su territorio una base militar de la OTAN y un presupuesto militar que es cuantificado en Washington y, su economia, es trazada por la comisión y la banca europeas en Bruselas, Bonn o París.

A cien años de la gran empresa del proletariado soviético, superadas las dificultades representadas por el estalinismo, contenidos los abusos y las depredaciones de los burócratas que se convirtieron en magnates, el pueblo ruso busca retomar su función de vanguardia, reconstruir el estado obrero y relanzar la lucha mundial anticapitalista. La revolución rusa no ha sido ninguna equivocación si no la confirmación de lo que analizaron y previeron nuestros maestros: al capitalismo se lo puede derrotar, a la clase obrera corresponde liberar a la humanidad de todo tipo de dominio y explotación por parte de la propiedad privada.

IV Internacional Posadista,  4 de noviembre de 2017

 

Nota: Nuestra Editorial Ciencia Cultura y Política esta reeditando varios textos de J. Posadas que se podrán encontrar proximamente en el web de la IV Internacional Posadista.