Elecciones en Italia 2022: AUMENTA LA ABSTENCIÓN Y “TRIUNFA” LA COALICIÓN DE LA DERECHA

En una elecciones realizadas en pleno verano, con gran parte de la población en vacaciones, las principales fuerzas políticas aprovecharon esas condiciones para limitar el debate público. No se discutió ni de la guerra en Ucrania, ni de sus consecuencias económicas y sociales. El gobierno técnico del banquero Draghi se había adherido, por un lado, a la ruptura y sanciones con Rusia y, por el otro, a la decisión de la OTAN de armar a Ucrania para que combata hasta las últimas consecuencias contra Putin. Ciertamente hubiera sido peor las elecciones en medio de un otoño incierto, en medio de una inflación galopante y con centenares de empresas al borde de la quiebra. Crece un malestar social que podría haber influido en el resultado. Consiguieron pasar el proceso electoral pero como nunca antes se ha manifestado tal alejamiento social entre el pueblo italiano y la representación política surgida de las urnas, poco más de uno de cada dos italianos ha ido a votar.

La abstención creció un 10%,  hubo un 63% de participación. Del 2018 a hoy son unos 4 millones de los 51 millones de electores italianos que no van a votar. No consideran el voto un instrumento capaz de cambiar la suerte propia y del país. Cierto es que la abstención mezcla indiferencia con protesta, pero está la convicción de una parte importante de la sociedad de que la agenda política no está determinada por la coalición vencedora sino por los dictámenes de la Comisión Europea y por la OTAN -USA. Las fuerzas de derecha son las que “vencen” pero con la misma cantidad de votos del 2018, no llegan a 13 millones, entonces fueron insuficientes para superar a los 5 Stelle y al PD. Sólo ha cambiado la relación de fuerzas entre ellos, pasa al frente el partido de Giorgia Meloni – Frattelli di Italia -, premiado por haber hecho “oposición” al gobierno Draghi y a todos los de la pasada legislatura. ¡En pocos años ha pasado de 1,4 millones (3-5%) a más de 7 millones de votos (26%)! Se los quitó a sus dos aliados, quienes pagan por sus alianzas con 5 Stelle o PD. Hay que retroceder a 1968, cuando un gobierno monocolor demócrata-cristiano llega al gobierno con menos de 13 millones de votos como hoy la derecha.

GIORGIA MELONI NO PUEDE SALIR DE LOS LÍMITES DE LA UE Y LA OTAN

Tanto la Comisión Europea como el gobierno de Estados Unidos hicieron pública su decisión de recurrir a cuanto fuese necesario para “encarrilar” al próximo gobierno Meloni que en el pasado ha criticado fuertemente la a Unión Europea. Confirmaron el escaso margen de autonomía que tiene el gobierno “elegido democráticamente”. Aparte de que un simple vistazo sobre lo que representa hoy la política europea muestra, en realidad, que Meloni es el gobierno que se encuentra más próximo. Las fuerzas de la derecha crecen en otros países aunque los sectores más extremos están en Polonia y Hungría, en el resto representan entre el 15-30%, como en España, Suecia o Francia.   

El resto de las fuerzas políticas disminuyen sus votos. El movimiento 5 Stelle pasa de los 10 millones a poco más de 4 millones de votos. Contiene su hemorragia gracias al Rédito de Ciudadanía, medida adoptada en su primer gobierno aliado a la Liga de Salvini. Draghi y los demás partidos quisieron eliminarla pero no han podido. Se trata de un subsidio para los desocupados. La falta de pespectivas de conseguir un trabajo hizo que muchas personas, sobre todo en el sur del país, se hayan aferrado a esta medida y apoyado a 5 Stelle para defenderla. El Rédito de Ciudadanía dá la posibilidad, a quien lo posee, de rechazar los salarios miserables que propone la burguesía en Italia. Esta se lamenta que el subsidio impide “conseguir mano de obra”, en realidad lo que impide es que se paguen bajísimos salarios como en la agricultura o el turismo.    

El Partido Democrático toca su mínimo histórico, la coalición de centro-izquierda pierde más de un millón de votos. En campaña electoral descubre su connotación de “izquierda”, destruida por años de gobierno aliado con quien sea, fiel a la Unión Europea, a la política neoliberal y a la alianza Otan-EEUU. Fue el principal sostenedor del gobierno Draghi y de la guerra contra Rusia. Al comienzo de la campaña se alió al partido que más sostiene al banquero ex Goldmann Sachs, Azione. Al poco tiempo pasa a aliarse con una fuerza de izquierda-verde sin grandes pretensiones. “No gobernaré con ellos”, dijo Letta, el secretario del PD.  El partido pro-Draghi se reforzó con el aporte de Renzi, anterior secretario del PD, en realidad constituido por figuras ex PD. Obtuvieron sólo 2 millones de votos, lo que demuestra, por un lado, la derrota electoral del gobierno “técnico” y, por el otro, las posibilidades del futuro del gobierno Meloni, si sigue atado a las directivas de la UE y la OTAN, que eran las que seguía Draghi.

 Conte, el dirigente de 5 Stelle fue denominado “el Melenchon italiano” porque desafió a Draghi con un programa de reivindicaciones sociales, como la defensa del Rédito de Ciudadania, un salario mínimo de 9 euros por hora, hacer pagar impuestos extraordinarios a las ganancias extras de las multinacionales, parar el abastecimiento de armas a Ucrania y desconocer las exigencias de la OTAN en cuanto a los gastos militares de Italia. Quizás pensaban que lo desprestigiaban con eso pero en realidad le daban una aparencia de izquierda al movimiento. Conte se dice “progresista y no de izquieda”. Esa descripción aparente no se asocia para nada con un pasado de abdicación de todas sus pautas verdaderamente de progreso sostenidas en el 2018, año en el que ganaron las elecciones  Ha sido el caso  más llamativo de repliegue de un movimiento político hacia los postulados de Maastrich, de las altas finanzas y de la OTAN, alianza que pensaban anular como tambiÉn los contratos de compra de los F-35.

 LA DERECHA NO TUVO RIVALES

Giorgia Meloni viene del viejo movimiento fascista que ya ha cambiado varias veces de maquillaje en los ultimos años, primero con Fini y despues con ella. Del símbolo original sólo queda la llama tricolor,  nada que ver con la cultura y la ideología del fascismo. Su gobierno se prevé repleto de viejos politicastros de derecha y se verá obligada a la política que le dictarán a su debido tiempo. Durante la campaña electoral no asumió ningún compromiso sobre los problemas más urgentes, ya que los evitó concientemente. No podrá seguir haciéndolo y será insuficiente con fórmulas genéricas como las de “solidaridad atlántica”, “fondo europeo para enfrentar la crisis energética” o “precio máximo común al precio del gas”. Todas destinadas al fracaso y con países como Alemania que se disocian abiertamente. Es necesario recuperar para el estado la empresa de energía y así evitar las especulaciones en la compra del gas. Tasar las grandes riquezas, es injusto que empresas que han hecho enormes riquezas como las de alimentación aumenten inmediatamente los precios. Desarrollar órganos de las masas que controlen y denuncien toda especulación sobre los precios. Los sindicatos deben activarse para eso.

Desde hace más de veinte años que “ir” al gobierno italiano significa “quemarse las manos”. Sucedió con el partido de Berlusconi, con los 5 Stelle, con Salvini o con el mismo PD. Giorgia Meloni no tiene gran capacidad política, ha sido premiada por mantenerse simplemente quieta mientras Salvini despilfarraba su crédito electoral en su beneficio aliandose con 5 Stelle. Será incapaz frente a los problemas que tiene por delante, por eso ya los eludió durante la campaña. Enseguida se desprestigiará. La UE-OTAN desconfían de su pasaje inmediato al atlantismo y al europeismo, por eso la presionan con sus pasadas relaciones “fatales” como las de Putin, Orban, Le Pen o la derecha polaca.

Draghi había ligado su gobierno, como nunca antes en la historia italiana, a la política agresiva de la OTAN contra Rusia. En otras oportunidades Italia se acomodaba en un rol de tipo pacificador, rehuyendo a una participación directa en combate, replegándose a funciones de formación de tropas locales o de abastecimiento. Entre otras cosas, porque la Constitución italiana impone al gobierno la búsqueda de una solución pacífica y diplomática en todo conflicto. En el campo económico, siguió al pie de la letra la condición impuesta por la Comisión Europea de vincular los 200 mil millones de euros del Plan de Recuperación  post-pandemico, obtenido por el gobierno PD-5 Stelle,  a reformas, como las del sistema judicial  y facilidades a las multinacionales (como las del acceso al control de los servicios públicos) y a las privatizaciones. Los 200 mil millones tienen como destino preferencial las grandes empresas privadas y no las necesidades de las masas.

No hay prevista ninguna inversión que ponga remedio al déficit de la estructura sanitaria que se demostró impotente durante la pandemia, ni nada que de solución a un sistema educativo y de formación públicos. Al contrario, rechazan a los jóvenes, obligándolos a abandonar o a huir del país. Existen centenares de contratos precarios. Contratos a tiempo parcial en los que el trabajador, en realidad, trabaja a horario completo, tal vez con el agregado de horas extras, pagados en cambio por tiempo reducido ¡o tal vez con una parte en negro!. Los trabajadores peor pagados de Europa, sometidos a los contratos más precarios del continente. En Italia, las muertes por accidentes laborales alcanzan el número tremendo de cuatro por día!  

UNA VERDADERA IZQUIERDA NO ACABA DE SURGIR EN ITALIA

También, en las recientes elecciones, al no superar el umbral del 3% del electorado, han quedado fuera algunas listas antisistema. En parte por las condiciones de estas elecciones que en el breve tiempo de campaña no han podido hacerse conocer, pero fundamentalmente por razones sociales más profundas. Una izquierda independiente, con base sindical y de masas, demora en hacerse visible y constituirse. Después de la disolución del PCI, que siguió a la caída de la URSS, salvo un breve momento de Refundación Comunista que culminó con su participación en el gobierno de Prodi (PD), siguió un período de declive que parece no ver el final. Además, la decadencia del sindicato, del asociacionismo “político”, hasta llegar al área de contestación de los centros sociales o sindicatos de base, todos se adaptaron tranquilamente a una existencia satisfecha a “la sombra del poder”. En Italia, además, no aparecieron grandes movimientos que, de todas formas, han marcado la sociedad, como en Francia o España. En Francia, movilizaciones como la de los “chalecos amarillos” o las de la CGT en defensa del límite de edad para las pensiones a los 60 años que fue recogido por un movimiento que supo relacionarse y ganar autoridad como para representarlo políticamente, como la France Insumise y  Nupes. En España, los Indignados, fueron un estímulo del movimiento juvenil al movimiento obrero y al conjunto de las masas, que también facilitaron una salida política con Podemos e Izquierda Unida. Del surgimiento de los “indignados”, en sólo tres meses Podemos recoge un millón y medio de votos en las europeas.

En Italia, como también en otros países europeos este tipo de experiencias de masas no han existido, dando lugar a continuas divisiones y deserciones. Melenchon,  Iglesias y Manon Ubry fueron a Italia durante la campaña a apoyar a la “Unione Popolare” que copió el nombre de la Nupes en Francia. Ninguno se ilusionó que tal esfuerzo fuese suficiente. Consiguió llamar un poco la atención de los medios que hasta ese momento ignoraban completamente a la formación de Luis De Magistris, ex alcalde de Nápoles,  basada en una alianza entre Refundación Comunista, Potere al Popolo y Manifesta (el grupo parlamentario expulsado por los 5 Stelle). La formación, creada en julio, no tuvo el tiempo para ganarse la confianza de un sector de la vanguardia. Es así que esa vanguardia se concentró en 5 Stelle, presionada por un sistema electoral que impone superar el fatídico umbral del 3%. La guerra y su posible desenlace lleva a una conmoción social que sin duda pondrá a prueba a la futura dirección de la izquierda. No hay lugar para soluciones equidistantes o de “emergencia nacional”. Durante la pandemia se ha visto cómo se han comportado las clases, cómo las multinacionales  han obtenido sólidamente sus ganacias mientras que las masas tenían a sus muertos.

El gobierno Meloni, en poco tiempo, entrará en crisis. Ya hay una corriente, representada por la alianza Renzi-Calenda, que propone una salida “técnica” tal vez con el mismo Draghi y en frente con los partidos de derecha. Letta, del PD, jura y perjura que “jamás repetirá el error de sostener un gobierno de esas características”. A pesar de su pasado demócratacristiano nada induce a creer en un juramento de ese tipo.