La situación existente en Francia muestra el aumento de la distancia entre la protesta social y la política liberal llevada por el gobierno. En todas partes hay gente enfurecida y movilizada contra los proyectos de reformas impuestos a toda velocidad y a todos los niveles. Macron no vacila en mentir y falsificar la realidad para imponer su programa reaccionario, está cada vez más aislado como lo expresan las últimas encuestas y la crítica de algunos de sus propios diputados (LREM, La República en Marcha).
No vacila tampoco en enviar a la policía para reprimir, de modo desproporcionado, las movilizaciones de los estudiantes de varias universidades y expulsar los «zadistas» (grupos en la ZAD = zona a defender) que ocupan Notre-Dame-Des-Landes. Es, también, la misma violencia que se aplica a las poblaciones emigrantes con una nueva ley de asilo e inmigración aun más represiva.
Decide por su cuenta, sin ningún debate con la clase política y la sociedad, lanzar misiles a Siria con el pretexto de tener todas las pruebas de posesión de armas químicas por parte del gobierno de Bachar Al Asad, sin mostrarlas jamás. Como es el «jefe de los ejércitos de Francia» dice tener toda la legitimidad para hacerlo.
Y, finalmente, nos obliga a soportar sus conferencias televisadas para enorgullecerse de su política y reformas emprendidas, demostrarnos que no hay otra vía que la de la orden y el trabajo, y que cuenta con mantener firme esta política hasta el fin de su mandato.
La amplitud de los movimientos sociales
Los movimientos sociales y la rabia que expresan contra esta política de desmantelamiento sistemático de las experiencias sociales, los derechos individuales y colectivos, los servicios públicos, alcanzaron una amplitud inigualada. Conciernen a todos los sectores de la sociedad:
• Los jubilados a los que se reduce su poder adquisitivo por una carga fiscal suplementaria, y a los que este presidente agradece cinicamente por su “colaboración”,
• Los personales de salud y los hospitales que están en huelga desde hace meses para defender un servicio cualificado y que luchan contra la disminución constante de sus instrumentos de estudio y cura,
• Los ferroviarios y el personal de la SNCF (Compañía Nacional de Ferrocarriles Franceses) en huelga contra la apertura a la competencia y a los privados de la red ferroviaria, el cuestionamiento de su estatuto que según Macron sería responsable del déficit de la empresa,
• Los personales de todos los niveles de Air France cuyos salarios son congelados desde el 2011 y que anunció varios días de huelga sobre un período de tres meses, para reclamar una revalorización por lo menos del 6 % de las remuneraciones. Alrededor de 11000 empleos han sido suprimidos en los últimos años y que en 2017 la empresa realizó 1,5 mil millones de euros de beneficios,
• Los abogados y magistrados que manifiestan contra lógicas de gestión que conducen a la deshumanización y el aumento de los costos de la justicia,
• Los alumnos del segundo ciclo y los estudiantes universitarios que se movilizan contra la reforma de la educación que impone más selección a la entrada de las universidades y todavía más desigualdades sociales,
• Las asociaciones de defensa de los emigrantes escandalizadas contra la ley actualmente en debate que devuelve en causa el derecho de asilo, agrava las condiciones de retención de los extranjeros, reduce los plazos de recurso y trata de prohibir sistemáticamente su vuelta en Francia,
• Los alcaldes municipales que se oponen a la austeridad, a la baja de sus recursos financieros y al crecimiento del control del Estado sobre sus tomas de decisiones.
Son tantos los frentes de luchas abiertos a las que hay que añadir los millares de empleados y obreros contra sus empresas que deslocalizan o amenazan de hacerlo para establecer nuevas condiciones laborales, obviamente peores. Mientras que los beneficios y los dividendos repartidos a los accionistas jamás fueron tan elevados, al mismo tiempo que la política fiscal es favorable a los ricos que “devolverán todo a la sociedad a traves de inversiones que generan tantos puestos de trabajo”.
Las injusticias sociales son cada vez más evidentes desde casi un año: Macron y sus ministros golpean con fuerza con lo que quedaba del Estado de bienestar, su sistema de solidaridad instituido al nivel del seguro social y de desempleo, las jubilaciones y el Código del trabajo. También suprimieron importantes derechos individuales y colectivos por el fortalecimiento de la “seguridad interior” para hacer frente al terrorismo, instituyendo un Estado de emergencia generalizado y formas nuevas de control de la contestación militante. Esto provocó la criminalización de los sindicalistas, de los activistas o los que solidarizaban con los emigrantes; todos aquellos a los que Macron llama «los profesionales del desorden».
El cuestionamiento del orden moral y republicano que plantea este presidente conduce a violencias extremas de toda naturaleza, una represión extraordinaria contra los movimientos sociales ha sido impuesta en el país. Los discursos gobernativos intentan impedir la unidad de la protesta social, tratan de dividir hablando de rabias justas y legitimas y, en cambio, otras solo en defensa de “privilegios”.
La represión en las universidades
El proyecto de ley Vidal, ministro de la enseñanza superior, para la “orientación y el éxito de los estudiantes”, ha sido aprobado por la Asamblea nacional y el Senado el último 15 de febrero. Esta ley modifica en profundidad las modalidades de acceso a las universidades, con el justo objetivo de eliminar el anterior recurso al sorteo, con el que se distribuian los puestos cuando el numero de los solicitantes superaba el de los puestos disponibles, se ha establecido, de hecho, una nueva selección de candidatos que es social. La nueva plataforma de orientación se apoya en criterios de competencias que dejará fuera millares de jovenes. No hay nada que contemple la situación de quienes quedaran fuera de esta selección. La ley contiene la destrucción de una de las grandes conquistas del Estado frances, el derecho de acceso libre de los jovenes a la carrera y la formación universitaria cuando el progreso cientifico y social aumenta el deseo, la curiosidad y la necesidad de acceder a los principales ateneos.
Las orientaciones impuestas en el ambito de la educación nacional van en contra del interés general y reproducen más desigualdades sociales. Un movimiento de huelga y de ocupación de los estudiantes se desencadenó desde la adopción de esta ley en las grandes universidades de Francia, con el apoyo de profesores. Este movimiento mete al descubierto las razones de fondo y de clase de la reforma que pregona Macron.
Después del escándalo de la facultad de derecho de Montpellier con la intervención de provocadores disfrazados y armados de palos, enviados por el director durante la noche del 22 de marzo, las fuerzas de policia expulsan con la fuerza a los estudiantes reunidos en asamblea de la universidad de Nanterre el lunes 9 de abril. Estas acciones han sido seguidas a por la evacuación forzada de otras facultades como Sorbonne o Tolbiac en París y en otras grandes ciudades. En todos los casos son perseguidos los dirigentes sindicales del movimiento.
Estas reformas de la enseñanza dependen de opciones políticas que deciden crear la selección por la competencia entre alumnos de segunda enseñanza y universidades. Este gobierno ha elegido el conflicto más bien que el diálogo, en una situación tensa donde se prepara la celebración de los 50 años de mayo de 1968. Según Macron «los profesionales del desorden deben comprender que estamos en un Estado de orden», tal actitud en realidad arriesga de hacer profundizar aun mas el movimiento de ocupación y de hacer saltar el polvorín en numerosas universidades.
La represión de los «zadistas» de Notre-Dame-Des-Landes
Son tambien «profesionales del desorden», segun Macron, quienes en Notre-Dame-Des-Landes ocupan desde hace varios años terrenos que pertenecen al Estado, y en los que han construido huertas urbanas, formas alternativas de producción agricola. El gobierno anunció hace tres meses la interrupción del proyecto de construcción del aeropuerto y la apertura de negociaciones para regularizar la situación de una parte de las tierras agrícolas ocupadas. A sorpresa, 2500 gendarmes al alba del lunes 9 de abril, expulsan y destruyen las instalaciones realizadas colectivamente. Demuestra todo el desprecio de este gobierno con quienes conducen proyectos sociales alternativos, considerados como los que ejercen «la tiranía de las minorías».
Tal despliegue de fuerzas policiales para desalojar de modo tan violento un puñado de personas y destruir todo lo que construyeron, aun ocupando ilegalmente algunas hectáreas de terreno público, es una provocación que suscitó todavía más cólera en la población y movilizó un apoyo ciudadano importante.
Esta guerra abierta contra los «zadistas», son las que forman parte de «cóleras no legítimas» de las que habla Macron, el gobierno muestra su ensañamiento, su imposición del “orden” pero también su impotencia para hacer frente a proyectos nacidos colectivamente y que ponen en cuestión toda forma de propiedad privada. Esta actitud de autoridad burlada por el Estado y su voluntad de enfrentar algunos sectores contra otros va a producir sólo un crecimiento del movimiento social y de la protesta difundida en el conjunto del país. Es lo que ya expresaron al día siguiente de la represión, los cientos de personas que afluyeron para ayudar a la reconstrucción de los edificios destruidos, como las manifestaciones de apoyo que se celebraron en Nantes y en otro lugar.
El envío de misiles en Siria
La misma violencia se expresa en el lanzamiento de misiles sobre Siria, durante la noche del 13 al 14 de abril, en donde Macron actúa como dueño del mundo y líder de una «coalición internacional» que comprende sólo 3 países: Francia, los Estados Unidos y el Reino Unido. Misiles lanzados en vísperas del día en que la comisión de investigación debía llegar en el mismo lugar para aclarar la cuestión de la utilización de armas químicas por parte de gobierno sirio. Un modo muy particular de dejar las cosas en el aire y de eludir la demostración y la exposición de pruebas segun el presidente frances. Es, sobretodo, la recuperación de una gran parte del país por parte de las fuerzas armadas sirias, con la ayuda de Rusia, de Irán y de China, que plantea problemas en la llamada “coalición internacional”.
El ataque a Siria demuestra toda la impotencia del imperialismo para impedir la victoria de Siria sobre los terroristas. Da a luz también el fracaso de la estrategia puesta en marcha desde el 2011 por los países occidentales, y en particular Francia desde su retorno en el mando integrado de la OTAN, que era apoyar a los supuestos grupos opositores islamistas con el fin de eliminar a Bachar Al Asad y no de luchar contra el terrorismo.
Esta intervención tendría por objeto de «respeto del derecho internacional» y la busqueda de una «solución política que permitiría una transición sostenible». Debería ser claro para todo el mundo que lanzar misiles sobre un país “no es una declaración de guerra”, como nos lo repite Macron, sino un «acto legitimo de represalia». En el pasado tuvimos derecho, con los episodios no muy gloriosos de Irak y de Libia, a la «guerra preventiva» y a la «guerra humanitaria». Hoy inauguramos este nuevo concepto de intervención militar que debería instaurar la paz y la discusión política. Esta decisión de lanzar estos misiles sobre Siria es completamente insensata porque significa arriesgar el desencadenar de una tercera guerra mundial.
Además del hecho de que Macron se haya aliado a Donald Trump en esta intervención, lo que plantea algunas cuestiones a la clase política francesa, esta decisión de envío de misiles sobre Siria no fue discutida a la Asamblea nacional y será objeto sólo de una información sin debate. ¿En cuál democracia vivimos hoy?
El proyecto de ley constitucional en discusión reduciría de modo drástico al número de diputados y de senadores, prohibiría toda aportación de enmiendas a los proyectos de leyes. Mientras tanto el gobierno va adelante sin dificultad mediante ordenanzas, lo que demuestra la voluntad de concentrar todos los poderes en las manos de una sola persona: el presidente de la República.
Al mismo tiempo la ley de programación militar prevé una subida del 23 % de los gastos, con un paso de 32,4 mil millones de euros en 2017 a 295 mil millones previstos para el presupuesto de los ejércitos de aquí a 2025. Esto hace de Francia un óptimo alumno de la OTAN ya que el objetivo fijado para 2025 es llegar al 2 % del PIB mientras que hoy está ya al 1,7 %.
La política de Macron y el estado de la izquierda
Emanuel Macron avanza muy rápidamente en sus proyectos de reformas que tocan todos los sectores de la sociedad: la vivienda social, las prisiones, la privacy, el seguro de desempleo, la formación profesional, la transición energética, la vida asociativa, la administración pública, la constitución… Todos estos proyectos de ley tienen como objetivo devolver todo el aparato público al privado y al capital, desmantelar lo que quedan de los servicios esenciales y en reducir los derechos individuales y colectivos.
Basta con escuchar al presidente balbucear el término de «paraísos fiscales» frente a las preguntas de los periodistas, su negativa a hablar de regalos fiscales a las empresas con un discurso de «optimización fiscal» cuando trata de la evasión fiscal organizada por las grandes empresas y las multinacionales. Da la idea de cuáles son sus verdaderos aliados políticos.
Las “concertaciones” existentes con todos los actores sociales para imponer sus reformas son sólo simulacros de democracia. Están allí sólo porque responden al marco legal pero tienen poco impacto sobre las decisiones tomadas, ya que éstas están definidas desde arriba por el gobierno, aprobadas luego sin debate político o a con algunas enmiendas marginales, y en su mayoría con simples ordenanzas. El diputado LREM que mostraría contrariedad de frente a una democracia fingida y en ausencia de debate está “invitado” a votar en el sentido de la propuesta de ley bajo pena de sanción.
El capitalismo hoy necesita afirmar su poder y su potencia con políticas cada vez más represivas, como lo demuestra el desarrollo de los partidos de derecha y de extrema derecha en gran parte de los países de Europa. Macron, como sus ministros, tiene un discurso bien rodado, que no vacila en poner en oposición a los ferroviarios huelguistas contra los usuarios del ferrocarril, los estudiantes en huelga contra los que quisieran pasar los exámenes. ¡El ministro del interior Gérard Collomb hasta se atreve a hablar sobre los emigrantes de «sumersión migratoria» y amenaza de exclusión a los diputados de LREM qué se sublevan contra esta posición y no querrían votar la ley!
Si Macron y su gobierno pueden avanzar tan rápidamente en estas medidas es porque existe un déficit inmenso en el seno de la izquierda en Francia. El Partido Socialista es exangüe, perdió una gran parte de sus miembros y de sus elegidos en las últimas elecciones, después del mandato catastrófico de François Hollande, sufrió varias escisiones, hasta en el seno de su juventud, y su peso político hoy es muy débil.
La Frente de Izquierda se diluyó en conflictos políticos en el momento de la campaña electoral para las elecciones presidenciales, dónde la victoria de Macron ha sido hecha posible por una parte de los militantes que fueron persuadidos que había que votar por él con el fin de oponerse a la Frente Nacional. El resultado está allí en la situación de hoy, mientras que es sólo con 18 % de los inscritos que Macron fue elegido: uno de los resultados más bajos en una elección presidencial de todo la V República. ¡El gobierno Macron es la autentica «tiranía de las minorías»!
Se necesita hoy reconstruir una gran fuerza de oposición de la izquierda para contrarrestar las medidas tomadas por el capitalismo. Francia Insumisa se limita a su idea de reunirle por si mismo como movimiento y no como partido político, rechazando la unificación necesaria contra los proyectos destructores de este gobierno. Hay urgencia hoy a unificar las luchas, que se trate de los sindicatos, las organizaciones políticas, los movimientos sociales, los jubilados, las asociaciones, alrededor de objetivos comunes.
Las formas de represión que están en proceso actualmente contra los movimientos sociales van a hacer sólo agudizar la rabia social. Es otra situación que se abre hoy cuando ya se prepara, para fin de abril y mayo, movilizaciones en toda Francia que se consideran unitarias y convergentes, ferroviarios a la cabeza con el apoyo del personal de salud, estudiantes, jubilados, para mostrar nuestra adhesión a los servicios públicos y nuestras propuestas para construir otra sociedad.
Les Posadistes – 17 de abril de 2018