La elección de Jeremy Corbyn estimula el progreso de la lucha de clases y revolucionaria

“La necesidad de la centralización de la economía es la base de todo, pues centraliza todos los objetivos del socialismo, y unifica en una sola todas las luchas por el socialismo. La solidaridad fraterna y consciente del proletariado es muy útil, pero lo que impulsa al propio proletariado hacia esa unidad es la función histórica del internacionalismo.” J.Posadas, (extracto de “El internacionalismo proletario, el proceso dialéctico de la lucha de clases y la construcción del socialismo”)

LAS POSICIONES DE CORBYN EN LAS ELECCIONES INTERNAS DEL PARTIDO LABORISTA

El capitalismo es totalmente antagónico con las necesidades de la humanidad, incluso las más elementales, como es el derecho a la vida. Eso se ve en los millones de desplazados, muertos y víctimas de la trata de seres humanos que provoca el imperialismo. Los planes asesinos del sistema capitalista quedan patentes con el cerco de armas atómicas levantado alrededor de China y de Rusia, y con el abandono criminal de los continentes que sufren la devastación y saqueo del capitalismo, y que no pueden progresar por esa causa.
La profundización de la criminal crisis económica, militar y social del capitalismo hace imperiosa la necesidad de unir todas las luchas en el Frente Único anticapitalista y contra la guerra, en Europa y en todo el mundo. El apoyo que recibe Corbyn de las corrientes de masas en Gran Bretaña no se debe solamente a la transformación del Partido Laborista, sino que es parte de la transformación en curso en todo el mundo por la cual el progreso técnico y científico plantea la necesidad ineludible de la planificación racional de la economía de todo el planeta. El capitalismo no tiene otro fin que la rapiña y el interés individual, y por su naturaleza subjetiva y temerosa, es incapaz de llevar adelante esa tarea. Por eso el fracaso de todas las medidas que emprende, como la Unión Europea, lo obliga a responder con la violencia para eliminar a todas las fuerzas que impulsan el progreso.
Eso explica el antagonismo de la burguesía británica con Jeremy Corbyn y con la base que lo apoya. El miedo del capitalismo no es tanto las posiciones humanistas de Corbyn, sino el hecho de que se ha convertido en una figura que atrae y nuclea a cientos de miles contra la guerra y los planes de recortes de la burguesía. El odio que la clase capitalista siente por Corbyn expresa el miedo a la lucha del proletariado, centralizado en el Trade Union Congress, la central sindical única, a la intervención de la base proletaria y del Partido Laborista, al ascenso de todos los movimientos sociales y vecinales que luchan contra la guerra, el TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones), los recortes y por la paz, como los movimientos feministas, verdes, por la defensa de la naturaleza, los diversos partidos comunistas y tendencias de izquierda, y las corrientes dentro del Partido Laborista que intervienen unificadamente en inmensas huelgas y manifestaciones.
El capitalismo posee la capacidad técnica de producir para todo el mundo, pero la acumulación de capital priva a las masas de los medios para comprar lo que necesitan. El capitalismo tiene la solución para el problema del excedente: hacer la guerra, destruir países, destruir la riqueza y las mercancías y liquidar la producción de esos países. Luego, con la “reconstrucción” el capitalismo se puede recuperar y gana nuevos plazos, pero esa conducta criminal estimula la confianza revolucionaria de las masas. La trascendencia histórica del Partido Nacionalista Escocés, Podemos en España y Syriza en Grecia no radica tanto en lo que consiguen o puedan conseguir, como en la voluntad de las masas de decidir en la vida política y disputar el poder.
Dirigentes como Jeremy Corbyn han mantenido una oposición consecuente a las guerras desatadas por el imperialismo británico y el norteamericano, porque la opinión pública ya rechaza totalmente esas medidas. Los dos millones que se manifestaron contra la guerra de Iraq lo demuestran. Los trabajadores y la base del Partido Laborista ven que el fruto de su trabajo sirve para aplastar a otros países, en vez de para crear vida. Las posiciones de Corbyn expresan lo que sienten las masas y abren la vía para que éstas puedan intervenir políticamente.

EL ELECTORADO BRITÁNICO NO VOTÓ POR LA ESTABILIDAD PRESUPUESTARIA

Los Conservadores sostienen que no hay más solución que la vía capitalista y que la clase obrera carece de opinión propia, de visión fraternal del futuro y no tiene la capacidad de construir la nueva sociedad. Pero la realidad demuestra lo contrario, pues la verdad es que los causantes de la crisis son los bancos y no el pueblo, como argumentan los Conservadores. Esa concepción irracional impera en la clase capitalista, pero también es aceptada por buena parte de los parlamentarios del Partido Laborista, como se refleja en las posiciones de los candidatos del ala derecha a las elecciones internas (Kendall, Cooper, Burnham) y de otros dirigentes del partido.
Por ejemplo, el diputado Jon Cruddas, el ideólogo principal del ala derecha y autor del programa electoral del partido, sostiene que “el electorado votó por la estabilidad presupuestaria” y que “los Conservadores ganaron porque se tiene confianza en ellos para dirigir la economía del país, pero no hay esa confianza en el Partido Laborista”. No es cierto que los Conservadores ganaron las elecciones, pues fue el Partido Laborista quien perdió porque la población no quiso saber nada de la “estabilidad presupuestaria” que ellos también defendían. La mayor parte de los principales diputados laboristas fueron derrotados en las últimas elecciones de mayo de 2015 porque no se pronunciaron contra todos los recortes sociales que favorecen al capitalismo.
No es cierto que los Conservadores ganaron porque el pueblo confía en ellos: eso está absolutamente alejado de la realidad. Los Conservadores ganaron porque quien confía en ellos es su propia clase social, mientras que la clase obrera no puede confiar en el Partido Laborista. Cuando Tony Blair dice que si gana Corbyn el Partido Laborista será destruido por completo, ¿qué es lo que hace? Lo que teme Blair es la destrucción del Partido Laborista que lo eligió y respaldó todas sus medidas, y teme también que pueda surgir un Partido Obrero Basado en los Sindicatos. Corbyn quiere que el Partido Laborista rompa el sometimiento de los sindicatos al Thatcherismo y también a Blair. A Blair le preocupa no la destrucción del Partido Laborista, sino la suya propia.
Es mentira que las masas confíen en los Conservadores porque saben dirigir bien la economía de Gran Bretaña. La campaña de Corbyn en las elecciones internas del Partido Laborista atrae a millones precisamente porque no hay ninguna confianza en que los Conservadores sepan conducir la economía nacional, y esos millones quieren que el Partido Laborista favorezca a las masas y no al capital.

LA BURGUESÍA PIENSA DE FORMA SUBJETIVA, PERO LA POBLACIÓN TRABAJADORA ES OBJETIVA

El problema del endeudamiento del Estado se explica porque el gobierno gasta más de lo que ingresa, y la devolución de los empréstitos públicos cuesta, solamente por los intereses, 33.000 millones de libras al año, pero como la deuda no se amortiza, crece todos los años.
La deuda no es culpa de los servicios públicos, pero son pocos los dirigentes del Partido Laborista que reconocen esa verdad tan simple que las masas ven con toda claridad. Por eso las masas apoyan a Corbyn, porque denuncia sin temor a los culpables del descalabro de la economía y de la guerra.
El electorado sabe perfectamente que los bancos le confiscan el salario y también los servicios públicos, y a nadie se le puede ocurrir que los asalariados apoyen la “estabilidad presupuestaria” que defienden los dirigentes del Partido Laborista.
Las ideas que defienden Cruddas y toda la dirección y el aparato del Partido Laborista reflejan los prejuicios que provienen de la subjetividad y los intereses de clase de toda esa capa dirigente. Para Cruddas, las masas no son más que un apéndice del capital, una marioneta subordinada y sin personalidad propia cuya única función es obedecer y apoyar a los candidatos laboristas que tengan el visto bueno de la burguesía.
Hay que construir dentro del Partido Laborista una corriente anticapitalista y revolucionaria que enfrente los recortes de la burguesía para dar la batalla y derrotar a los elementos del aparato que protegen a las tendencias procapitalistas como “Progreso”, los seguidores de Blair, y que impiden que la base del Partido y los sindicatos intervengan en las decisiones políticas fundamentales.

HAY QUE CREAR DENTRO DEL PARTIDO LABORISTA UNA CORRIENTE FIRME CONTRA LOS RECORTES

La trascendencia de Corbyn radica en que él no desprecia al electorado. A lo largo de sus 32 años de vida militante en defensa de los servicios públicos y las cooperativas siempre se destacó por reconocer y apoyarse en la actitud fraterna de las masas, y en sentirse parte de las aspiraciones de justicia y de la capacidad colectiva de dirigir ellas mismas la construcción de la sociedad.
Los candidatos a dirigir el Partido Laborista, como Kendall, del ala más reaccionaria del partido, condenan a Corbyn porque defiende el histórico Punto IV del programa del Partido, que sostiene la estatización de los medios de producción, y porque tienen miedo del poder del proletariado. Esos dirigentes, que nunca denuncian la explotación capitalista, sin embargo, salen enseguida a rechazar la propuesta de restablecer el Punto IV, que fue derogado por Blair. Otros dirigentes, como Burham, incluso piensan que al capitalismo le queda algo de vida, y que ellos pueden conseguir algún puesto en él. Por sus orígenes y evolución histórica, el aparato del Partido Laborista es imperialista y casi todos sus dirigentes pertenecen a la burguesía. A lo largo de su existencia, el Partido Laborista abandonó por completo sus principios fundadores y por eso ahora surgen multitud de movimientos que lo superan por la izquierda. Para esos movimientos no tiene importancia que Corbyn pueda llegar a ser el candidato oficial del Partido Laborista, sino que, en esencia, buscan impulsarlo y influirlo con el ejemplo de la voluntad colectiva de organizar la lucha contra los retrocesos sociales en Gran Bretaña y en el resto del mundo.
Dave Ward, el dirigente del CWU, el sindicato de Correos y Teléfonos, declaró que apoya a Corbyn “para limpiar al Partido Laborista del virus de Tony Blair”, y él expresa la opinión de millones de votantes laboristas que abandonaron el Partido por culpa de Blair. No es casual el hecho de que la voluntad de esos millones se haya podido expresar en el Partido Laborista por medio de un dirigente como Corbyn, pues eso muestra que están las condiciones para limpiar al Partido Laborista de la podredumbre de Blair y Cía.
Por su condición de dirigente sindical, las declaraciones de Dave Ward quieren decir también que hay mejores condiciones ahora para que la base obrera pese más dentro de los propios sindicatos. Las huelgas decretadas por sindicatos como el PCS, el Sindicato de Empleados Públicos, y uno de los más importantes de Gran Bretaña, en la “National Gallery” muestran que existe un elevado nivel de consciencia política. Las huelgas lanzadas de forma unificada por todos los sindicatos del ramo del transporte (RMT, Aslef, TSSA y Unite) son luchas que necesitan la dirección política del Partido Laborista. Esas huelgas pasan por encima de las capas acomodadas de las direcciones sindicales y estimulan a intervenir a los sectores que han permanecido en la pasividad. La firmeza de la clase obrera estimula a que las masas dén su apoyo a Corbyn.
El poderoso influjo de la Revolución Mundial lleva a unificar todas las luchas que se dan en Europa en la perspectiva del Frente Único contra los recortes sociales. La autoridad que ha ganado Corbyn procede de que él es sensible a esa necesidad que las masas viven y sienten todos los días. Aunque Corbyn no pueda ganar la dirección del Partido Laborista, sus posiciones contribuyen a impulsar el proceso que lleva a la transformación socialista del Partido Laborista, de los sindicatos y de Europa.

Londres, junio de 2015