Las elecciones del 25 de abril se dieron en un contexto de polarización y de enfrentamiento a las políticas neoliberales impuestas por la Unión Europea. La experiencia del tripartito de derecha en Andalucía movilizó a la población para evitar que este acuerdo se trasladara a nivel estatal.
El casi 75 % de participación, uno de los más altos de la democracia, mostró el interés y la decisión del movimiento obrero, los movimientos sociales, los estudiantes, las mujeres y los jóvenes de abrir un nuevo ciclo dejando atrás las políticas del Partido Popular que tanto daño han hecho a los sectores populares.
Las masas fueron a votar con la voluntad de contener a los partidos de derecha e impedir que la nueva formación de ultraderecha Vox pudiera pesar con fuerza en el Parlamento con su programa franquista.
Los datos de los resultados electorales están resumidos en el siguiente cuadro:
Si comparamos los resultados con las elecciones del 2016 comprobaremos que ha habido un trasvase de votos del Partido Popular a Ciudadanos y a Vox y de Unidos Podemos al Partido Socialista que recuperó, a través del voto útil, parte de lo que perdió en la elección anterior. Las encuestas le daban a Podemos un resultado inferior al que obtuvieron ya que había sectores descontentos con el retroceso programático. La campaña con algunas propuestas de transformación que hicieron les permitió recuperarse y alcanzar los 41 diputados que son importantes para el gobierno de izquierda.
El partido ultraderechista Vox participó en la campaña electoral planteando la eliminación de la ley de Violencia de Género, contra el colectivo LGTBI (lesbianas, gays, etc.), contra la inmigración que llaman “ilegal”, defienden el legado de Franco y, además, proponen quitar la subvención a la Ley de Memoria Histórica dejando sin reparación los crímenes del franquismo.
Toda la derecha se unió para criticar la Huelga General de Mujeres del 8 de marzo porque argumentaban que era anticapitalista y con un gran contenido de clase. La respuesta de los colectivos feministas fue contundente y su participación jugó un papel muy importante en el resultado de las elecciones generales.
La irrupción de Vox en el panorama electoral se debe a varios factores. Hay que tener en cuenta la tradición franquista cuyo aparato no fue del todo desmantelado por la Transición, muchos estaban bajo el paraguas del Partido Popular y la irrupción, en los últimos años, de la extrema derecha europea fue un elemento de estímulo importante. Esto refleja, también, la debilidad de la burguesía española y disgregación de tendencias que no se centralizan en la dirección del Partido Popular.
La perspectiva que se abre después de estas elecciones es la de un posible gobierno de izquierda. Pero, todo depende de la decisión de la dirección del Partido Socialista y de la movilización popular.
El PSOE se encuentra con un país que tiene el 15 % de desocupación y en el que el 12,3 % de las personas con empleo se encuentran en situación de exclusión social. Eso significa que, aun trabajando, no se llega a cubrir las necesidades básicas. El 2,1 % de la población se encuentra en pobreza severa.
El problema fundamental que tiene la clase obrera es la precariedad, ya que el 23,6 % de los trabajadores en exclusión social tienen contrato temporal. Si bien ha sido importante el aumento del salario mínimo a 900 euros no es suficiente de acuerdo al coste de la vida.
Otros datos muestran que España no ha salido de la crisis. El 25,3 % de los niños españoles viven en riesgo de pobreza y 630.000 niños/as viven en hogares de pobreza severa. Este es el panorama con el que se encuentra el Partido Socialista y para enfrentar esta situación debe tomar medidas que transformen la sociedad y la economía.
Sin la nacionalización de los sectores estratégicos de la economía y sin el control de las comunicaciones, la energía, los transportes y los servicios públicos no se puede desarrollar un país. Si no hay un cambio en el modelo económico no se conseguirán los recursos para resolver los problemas básicos de la población: empleo, sanidad, educación, vivienda.
Un país no puede crecer si tiene una deuda que corresponde a su Producto Bruto Interno y eso lo defienden economistas con diferentes ideologías. Hay que hacer un estudio inmediato para reestructurar la deuda y poner los intereses que se pagan a los bancos europeos al servicio de la población y de sus necesidades sociales.
Para llevar adelante este programa es necesario la organización y participación de los sindicatos, los movimientos sociales, los barrios, el movimiento estudiantil, las organizaciones feministas y el conjunto de la izquierda que deben impulsar el debate político y la movilización para imponer esta salida a la crisis del capitalismo.
Portugal está mostrando que la izquierda puede llegar a acuerdos y que no son necesarias las políticas de recortes que han afectado a la clase trabajadora y a los sectores marginados.
25.5.2019