En el centenario de su muerte
Reivindicar a Lenin hoy es reivindicar el significado de los primeros siete años de la Revolución Rusa y plantear que la gran cualidad de Lenin y su función histórica es comprender la importancia de la construcción del Partido para luchar por el poder y construir el Estado Obrero.
Sus textos, libros, artículos, Congresos, tenían como objetivo desarrollar las mejores cualidades en los militantes y darles seguridad para transmitírsela a la clase obrera y atraerla a la lucha por el objetivo: el socialismo.
En cada momento de la historia hay procesos, política y programa que determinar, así como los instrumentos necesarios para llevar adelante estas tareas. Marx y Engels se dedicaron a elaborar el pensamiento dialéctico, a conocer el proceso de la naturaleza, de la historia, para poder organizar la transformación de la sociedad. Y la comprensión de la historia era el proceso de la lucha de clases. Por eso el marxismo no es sólo una herramienta dirigida a comprender el curso de los acontecimientos sino también organizar las fuerzas para echar abajo al capitalismo y construir el socialismo.
Por eso Carlos Marx redactó el Manifiesto Comunista y organizó la I Internacional y para poder dar seguridad de que el socialismo era posible escribió El Capital. Sobre esta actividad se basó Lenin y comprendió que para aplicar los principios y la perspectiva que señalaba el marxismo era necesario el Partido.
Hasta ese momento, en Rusia, los partidos que existían eran combativos pero no tenían programa para el poder. Su lucha se basaba en reivindicaciones pero no se apoyaban en la función histórica de la clase obrera sino en la voluntad de mejorar las condiciones de opresión y represión bajo el régimen zarista.
El desarrollo del partido socialdemócrata ruso se debe a este contexto histórico y si bien su organizador Plejanov lo hiciera en base al marxismo la dirección del Partido no tuvo en cuenta la participación política de la clase obrera, el debate y la actividad porque no se daban como perspectiva echar abajo al zarismo. Era necesaria la política revolucionaria para construir el partido y esa fue la tarea que llevó adelante Lenin.
Como dice J. Posadas “la función histórica de Lenin ha sido la de constructor del Partido que era el centro capaz de organizar la voluntad de millones y millones para cambiar la sociedad y, a través del Partido, unificarlos en la voluntad de tomar el poder y construir el Estado obrero a través de los soviets”.
Por eso, es imposible analizar la actividad de Lenin sin el Partido y sin los soviets que significaban la democracia socialista a través de la cual intervenía el proletariado como clase dirigente transmitiéndole al conjunto de las masas la seguridad en el Estado obrero y el futuro socialista. El soviet era un instrumento de debate, de discusión, de intercambio de ideas en el que la intervención de la vanguardia influía y elevaba políticamente al conjunto de la sociedad.
El soviet se convertía así en un órgano de deliberación, de frente único con todos los sectores de la población y de aplicación de lo que se debatía y acordaba. Pero, para que funcionara y fuera ágil y resolutivo era necesario el Partido, los cuadros comunistas que llevaran las propuestas, la política revolucionaria, para atraer al conjunto de las masas.
Lenin se dedicó a construir el Partido Bolchevique, a educar a los cuadros para comprender la estructura del capitalismo, sus crisis internas y el nivel de enfrentamiento y participación del movimiento obrero y el conjunto de la sociedad. Había que dar seguridad a los militantes y había que prepararlos para hacer frente a todas las contingencias. La única experiencia de lucha por el poder había sido la Comuna de París con una vida muy efímera y no existieron otros procesos de doble poder tan profundos.
Si Lenin no hubiera preparado al Partido la derrota de la revolución de 1905 hubiera desanimado al Partido Bolchevique. Fue un golpe muy importante pero los bolcheviques supieron sacar conclusiones de cuáles habían sido las causas de este retroceso y se concentraron en la organización del Frente obrero-campesino y en la construcción de la dirección revolucionaria. El proletariado no perdió su confianza como clase y aprendió de la derrota a coordinar su lucha con el campesinado.
Después de 1905 el Partido tuvo que cambiar de táctica y de acción revolucionaria por la disminución de las luchas y la represión de la policía zarista y se preparó para enfrentar nuevos retos. Lenin organizó el debate en el partido, le hizo vivir esta experiencia y los militantes comunicaron a la clase obrera sus conclusiones transmitiéndoles estas enseñanzas contribuyendo a su maduración y elevando la capacidad dirigente para arrastrar al movimiento campesino, a los intelectuales, a la pequeñaburguesía.
Ante la necesidad de responder al debate dentro del movimiento revolucionario de la época y a la polémica de las tendencias dentro del Partido Socialdemócrata Lenin escribe textos fundamentales como “Qué hacer?”, en 1902 y “Un paso adelante, dos pasos atrás”, en 1904, entre otros.
La I Internacional se proponía dar seguridad a la clase obrera de que era capaz de organizarse y liderar al conjunto de la población explotada. No pudo extender su influencia porque desapareció pronto. La II Internacional fue una organización reformista que dejó de lado las experiencias de Marx, de Engels, de la Comuna de París y de las luchas del proletariado que se habían producido hasta el momento de su creación.
La Primera Guerra Mundial mostró las contradicciones del sistema capitalista y toda su debilidad y la falta de autoridad sobre la población. Había condiciones para enfrentar al capitalismo pero hacía falta comprender la profundidad de la crisis del sistema y la necesidad del Partido que aprovechara estas circunstancias.
El Partido Bolchevique se había preparado para utilizar todas las fuerzas y ordenarlas con un objetivo: echar abajo el régimen zarista y construir el Estado obrero. Los bolcheviques, a través de la intervención del movimiento obrero y dirigidos por Lenin y Trotsky, ganaron a los campesinos con la consigna “pan, paz y tierra”.
Para aplicar estos objetivos era necesario, fundamentalmente, terminar con la guerra y, junto con ello, transmitirle al conjunto del movimiento obrero europeo las intenciones del Estado obrero. Por eso, se retrasó el acuerdo de paz para mostrar las intenciones militaristas de los alemanes.
El Tratado de Brest Litovsk se firmó el 3 de marzo de 1918 entre Rusia y las potencias centrales y ponía fin a la participación rusa en la I Guerra Mundial. Era una paz deseada por Lenin y el Partido Bolchevique para responder a las exigencias de la población.
El acuerdo se concretó con Alemania, el imperio austrohúngaro, el otomano y Bulgaria ante las dificultades militares y económicas que tenía la incipiente revolución.
La población rusa vivía en una situación de pobreza y miseria con el régimen zarista y a esta situación se agregaron los efectos de la guerra.
En el acuerdo Polonia, Lituania y Bielorrusia fueron cedidas al imperio alemán y Rusia reconoció la independencia de Ucrania, Estonia, Letonia y Finlandia.
Conseguido el objetivo de la paz había que resolver el problema de la producción agraria y por eso Lenin elaboró la NEP (Nueva Política Económica) cuyo objetivo era establecer un vínculo entre la economía campesina y la que se organizaba en las fábricas nacionalizadas, socializadas y en los “sovjoses” (granjas estatales).
En los primeros años de la revolución el campesinado fue sometido a impuestos importantes para hacer frente a la guerra que aumentó su pobreza. La dirección bolchevique decidió que era un momento de hacer concesiones y atraer al pequeño campesino. Por esa razón se crearon sociedades mixtas en las que participaban capitalistas privados y comunistas con el fin de satisfacer las necesidades de la economía campesina.
La toma del poder y la construcción de la Unión Soviética abrieron una etapa de una democracia profunda en el Estado obrero. Los soviets fueron la base para atraer al conjunto de la población y garantizar la instauración de la dictadura del proletariado.
La Unión Soviética y el Partido Bolchevique se dedicaron a educar a un sector muy importante de la vanguardia proletaria mundial a través del funcionamiento del Estado obrero y de la construcción de la III Internacional. Lenin y Trotsky y la vanguardia bolchevique confiaban en las masas del mundo y en que ellas iban a aceptar el programa del Estado obrero. Su deber era desarrollarse, buscar puntos de apoyo para extenderse.
La función fundamental de la III Internacional era coordinar y organizar a los Partidos comunistas del mundo y a las masas explotadas a la lucha por el poder. Su actividad se basaba en las experiencias y en las conclusiones organizativas de la I Internacional de Marx y Engels y el objetivo era transmitir la actividad del Partido Bolchevique y los soviets al conjunto del movimiento comunista y revolucionario mundial.
La parálisis de la III Internacional después de la muerte de Lenin y la expulsión de Trotsky y otros dirigentes permitió el aislamiento de la URSS y la usurpación del poder político por la burocracia surgida por condiciones históricas (derrota de la revolución en Alemania, Polonia, Austria, Hungría y China posteriormente) lo que permitió desenvolver una política conciliadora y oportunista.
Lenin representa el dirigente revolucionario más completo. En él pensamiento y acción alcanzaron un perfecto equilibrio. El Partido es obra suya lo que lo convirtió en el abanderado del proletariado mundial. “Reunía la representación del pensamiento revolucionario y la energía inflexible de la clase proletaria. Hizo uso de la rica experiencia del movimiento obrero internacional, transformó su ideología en una palanca para la acción, y entonces se levantó en el horizonte político en su total grandeza. Es la figura de Lenin, el hombre más grande de nuestra época revolucionaria”. Así es como lo caracterizaba Trotsky en su artículo “Lenin Herido”, de 1918.