La elección de Pedro Sánchez como secretario general en las primarias del PSOE ha sido un triunfo impuesto por la participación de las bases socialistas que enfrentaron y derrotaron al aparato de la derecha del Partido.
Después de ejercer durante dos años de secretario General (2014-2016) en el Comité Confederal de octubre de 2016 fue destituido por el aparato del Partido organizándose una gestora de forma provisional.
Las bases socialistas sintieron esto como un golpe de estado porque el objetivo era imponer la abstención de los diputados socialistas y permitir la investidura como presidente de Rajoy con mayoría simple.
A partir de ese momento se produjo un enfrentamiento interno muy grande con lo que se impuso la convocatoria a unas elecciones internas en las que partía como favorita la Presidenta de Andalucía, Susana Díaz, candidata del aparato y arropada por Felipe González, Guerra, Zapatero.
La campaña de estas primarias fue de una gran confrontación, con insultos y descalificaciones, con una gran participación de la militancia y sobre todo de jóvenes que apoyaban la posición firme de Sánchez de rechazar el apoyo para que el PP continúe gobernando.
Hubo una gran expectación por el resultado de estas primarias no sólo en el Partido Socialista sino también en las fuerzas de la izquierda: Podemos, Izquierda Unida, etc. y preocupación en la derecha.
El resultado fue abrumador y Pedro Sánchez, a pesar de toda la presión mediática al servicio de la candidata del aparato, Susana Díaz, recogió más del 50 % de los votos.
El programa que se defendió en los actos y en las agrupaciones era contra los recortes de Rajoy, la defensa de los servicios públicos, la derogación de la Reforma Laboral y la defensa de un Estado plurinacional.
Antes de comenzar la campaña Sánchez viajó a Portugal para conocer la experiencia del Gobierno de izquierda que está haciendo crecer la economía sin necesidad de aplicar políticas de austeridad. Está cumpliendo con el pago de la deuda, ha aumentado la inversión pública y está creando empleo. El proceso de Portugal entra en contradicción con las directivas de la Unión Europea y muestra que hay posibilidad de otra vía que no sea recargar sobre las masas el coste de la crisis.
También se reunió con los sindicatos Comisiones Obreras y UGT para discutir la política de empleo y la repercusión de la legislación laboral actual en la desocupación y la precarización del empleo.
La militancia socialista que participó en los mítines sintió el triunfo de Pedro Sánchez como un gran progreso y se lanzó a la calle a festejarlo. La sede y los alrededores del Partido estaban repletos de activistas que querían recuperar el programa de la izquierda y lo expresaron cantando la Internacional con el puño en alto a la vez que lo hacía la nueva dirección.
Esta situación cambia la relación de fuerzas en la izquierda y ya se visualizan algunos intentos de acercamiento entre el PSOE y Podemos como fue en el debate de la moción de censura a Rajoy que sirvió para agitar un programa necesario para sacar al país de la crisis.
Esto está mostrando que hay base para avanzar más allá de las políticas reformistas. No se puede esperar un desarrollo del capitalismo para luego repartir la riqueza si no que hay que aplicar medidas de nacionalizaciones como planteó Podemos en el debate en el Parlamento.